“Llegué en barco a Galicia en 1995. Aquí encontré buenos amigos, gente muy amable, bonitos paisajes, buena comida y, sobre todo, no escuchaba a nadie por la calle hablando en finlandés. Así que decidí quedarme”, cuenta entre risas y con la pipa en la mano Christer Andersen. En esa decisión de quedarse también influyó el hecho de que aquí volvió a encontrar el amor tras enamorarse de una mujer gallega con la que vive desde hace catorce años. Christer salió desde su Finlandia natal y antes de llegar a las costas gallegas paró en Letonia, Lituania, Polonia, Alemania, Holanda, Bélgica, Francia o Inglaterra. El primer puerto español al que llegó fue el de Gijón y poco después, en un mes de octubre como el actual, pero de 1995, atracó su catamarán en Baiona.

Este finlandés errante, natural de una ciudad llamada Kuopio (situada 200 kilómetros al norte de Helsinki), decidió dejar su país a principios de la década de los años de 1990 porque allí había una crisis económica como la que hay ahora mismo en España. “Tenía una cristalería y quebró por culpa de una crisis muy parecida a ésta: Los bancos dejaban dinero y concedían créditos con mucha facilidad, por lo que se generó una burbuja económica”, explica.

Estilos de vida

Cuandó estalló y su empresa quebró decidió dejar Finlandia y empezar una nueva vida. “La mentalidad de la gente en los países del norte es de que se vive para trabajar. Yo vi como algunos de mis amigos se morían de repente por culpa de un infarto y me dije a mí mismo que tenía que cambiar de vida. Aquí existe la mentalidad de que se trabaja para vivir”, continúa explicando. En este sentido, señala que en España se idealiza demasiado las sociedades de los países nórdicos.

El barco de Christer estuvo estos días afrontando una puesta a punto en Bueu, pero su puerto base está en Moaña y él vive en Vigo. El “Marathon” no es el velero con el que llegó por primera vez a España, sino que lo trajo de Estados Unidos en 2004. “Lo llamo así porque mientras buscaba barco en Florida llegué a tener más de cuarenta referencias y en uno de los cayos [nombre que reciben las islas arenosas muy comunes en el Mar de las Antillas y Golfo de México] había una ciudad que se llamaba Marathon. Además también me gustaban su referencias griegas”, cuenta. Pero es que además el viaje de regreso también tuvo las connotaciones de una odisea. “Salimos desde Carolina del Norte en junio y tardamos cuatro semanas en llegar hasta las Azores porque navegamos a vela por culpa de un problema en el motor y tuvimos que hacer frente a tres temporales”, relata. No viajaba solo, sino que lo acompañaba un vecino y amigo de Moaña llamado Javier Bermúdez. Tras una serie de reparaciones volvieron a partir y llegaron Galicia dos semanas y media más tarde.

Antes de llegar por primera vez a Galicia, Christer Andersen no conocía prácticamente nada de esta zona, pero pronto tuvo muy claro que le gustaba. “Aquí no hay tantos turistas como en la zona sur de España y la gastronomía me encanta: El marisco, como las navajas o las almejas, y ese arroz con choco que para los turistas tiene un aspecto asqueroso pero que a mí me gusta mucho”, cuenta muy divertido. Otra de las cosas que le gusta a este finlandés de Galicia es el clima, algo comprensible si se tienen en cuenta las duras condiciones del invierno finlandés. “De joven me rompí los tobillos y cuando llegaba el invierno había veces que apenas me podía mover con el dolor. Pero aquí no tengo ningún problema, todo me funciona bien y estoy perfecto de salud”, afirma orgulloso.

Raíces firmes en Galicia

Después de quince años en Galicia no se plantea regresar a Finlandia de manera definitiva. “Suelo ir de visita cada dos años, a veces voy en avión y otras en mi barco. Y a veces son mis hijos los que vienen a visitarme aquí: El más joven tiene 32 años y le encanta este lugar”, apunta Christer. Obviamente no desaprovecha tampoco la oportunidad que ofrecen las costas gallegas para navegar por sus rías, aunque también baja hasta Portugal y en alguna ocasión hasta las Canarias.