-¿Qué opinión le merece lo sucedido estos días en Lavapiés?
-Lavapiés es un barrio en donde yo he vivido. Es triste y lamentable la muerte de personas que intentan simplemente sobrevivir, en vez de ir a robar o vender roba. Es gente que está vendiendo, y no sabemos si son víctimas de mafias porque hay distintas teorías en las que se habla de que los del "top manta" son el último eslabón de una red mafiosa. Esto es para que las autoridades reflexionen. Hace poco murió de un infarto un policía vasco en un operativo en un partido de fútbol, y se consideró que era un acto de servicio. Entonces, si el senegalés murió porque le persiguió la policía es un acto derivado directamente de eso. No murió de un infarto estando en su casa, murió del estrés porque le estaba persiguiendo la policía.
-¿Cree que este tipo de incidentes se podrían trasladar a otros puntos de territorio nacional?
-He sabido que en Barcelona también hubo concentraciones por este mismo asunto. Es que, en la sociedad en la que vivimos prender la mecha del conflicto es muy fácil. Hay un polvorín existente porque existen muchos desequilibrios. Y basta un incidente así para que todo explote, si no se aborda adecuadamente. A mi me parece que lo sucedido en Lavapiés tiene que ser una oportunidad para replantear toda la política respecto a las migraciones, y con respecto a muchas más cosas. De esta crisis puede surgir la oportunidad para corregir desequilibrios.
