La asociación vecinal Minas da Brea, de Fontao, inicia el año con una nueva junta directiva. Su presidente desde 2014, Santiago Ferreiro, tuvo que mudarse a Mallorca por motivos laborales, así que cedió el testigo a Manuel Tato Espiño, que precisamente había sido el anterior presidente y que en esta nueva etapa ejercerá, además, como alcalde pedáneo. Aunque es oriundo de la parroquia silledense de Ponte, reside en Fontao desde hace 13 años.

-Fontao es, después de Vila de Cruces, el núcleo más habitado del municipio. Aún así, carece de servicios como una cafetería o un huerto comunitario. ¿Qué precisa el poblado por parte del Concello?

-Este mismo fin de semana vamos a reunirnos los miembros de la nueva directiva para ver qué queremos hacer. Tengo que admitir que, una vez que dejé la presidencia, seguí colaborando pero de una forma menos intensa, como si me colocase tras la valla, así que estoy aún un poco descolgado. Pero, por de pronto, en un primer encuentro con el gobierno de Jesús Otero ya se nos comunicó que solo falta la firma de papeles para disponer de esa huerta comunitaria, y que además se realizarán otras actuaciones como el arreglo de contenedores, la mejora de una zona de aparcamiento para bicicletas o la rehabilitación del parque infantil, que sufrió serios destrozos. También, por primera ve, desde el concello se nos dará una ayuda económica de 600 euros para las actividades que organice el colectivo.

-Una de ellas será la puesta en marcha de un curso de ajedrez.

-Así es. Mi idea es poner en marcha iniciativas que nos permitan reunirnos todos los vecinos, porque los que tenemos hijos ya mantenemos una relación muy estrecha, pero los que carecen de pequeños no mantienen ese vínculo con los demás. Hay que pensar que llevamos en este poblado, como mucho, unos 14 años, es como si estuviéramos en la adolescencia, por así decirlo, y además la media de edad de los vecinos no va mucho más allá de los 40 años.

-Uno de los atractivos de Fontao, al margen de la recuperación del propio poblado, es el Museo da Minería. ¿Cree que hay que potenciarlo para que funcione como un verdadero reclamo?

-Tengo muy claro que la mina es una atracción turística, pero también que precisa una inversión económica muy alta. Tenemos dos salas cedidas, y el resto de los terrenos al margen del poblado es de la familia Cort, ni siquiera de la Xunta ni por supuesto del Concello. Y también creo que hay más predisposición por parte del gobierno local que por parte de la familia para impulsar esto. También he de añadir que la relación que mantiene el colectivo con el gobierno local y con el alcalde, Jesús Otero, es excelente.

-Uno de los proyectos más mediáticos de Fontao fue la iniciativa europea The story of me, que se puso en marcha con los pueblos de Veselá y Dobkob. ¿Volverán a recuperarlo en 2019?

-La idea es ésa, porque resultó una iniciativa muy interesante, ya que gracias a este programa europeo muchas personas mayores de Fontao pudieron viajar y conocer otras culturas. Incluso hubo vecinos que se quedaron con ganas de visitar estos dos países colaboradores. La verdad es que fue una iniciativa que aportó muchas cosas al poblado minero.