La primera idea que tuvieron Javier González y Rosa Hernández fue la de establecer un take-away de repostería creativa, pero las costumbres de Lalín les hicieron cambiar de idea, para ofrecer lugares para sentarse. Así nació La Taza Dulce, cuyo punto fuerte es el uso de ingredientes totalmente naturales para sus dulces, que pueden complementarse con cafés traídos de otros lugares o zumos de frutas. La diseñadora de interiores Julia Otero fue la encargada del decorado, en cuyas paredes se pueden leer citas en francés que guardan un gran significado para sus dueños. Ahora también coleccionan libros, que a veces les aportan sus clientes. Su pastel estrella es la tarta de zanahoria, y también realizan encargos de todo tipo, cupcakes, bizcochos, tartas o galletas. Los usuarios suelen sorprenderse con los sabores que pueden encontrar en su repostería, por la naturalidad de la cocina "es una especia de redescubrimiento de sabores, ya que al no tener azúcares añadidos, ni mantequillas, ni conservantes, este cobra intensidad", cuenta Javier.
