-¿Cómo es el presente de un local tan emblemático como el restaurante As Vilas de Lalín?
-El nuestro siempre es un trabajo muy sacrificado y que requiere mucha entrega, pero vamos tirando, como se dice en estos casos. Mantenemos una clientela muy fiel a lo largo de los años, que afortunadamente repite cada día, sobre todo en el restaurante. Te tiene que gustar lo que haces, como en todos los trabajos.
-¿Costó mucho convertirse en un clásico de la hostelería local?
-Hay que tener en cuenta que llevamos casi 50 años prácticamente en el mismo lugar, aunque también llegamos a tener negocio en Silleda. Pero allá terminamos vendiendo. El local necesitaba una reforma, y eso fue lo que hicimos para adaptarnos a los tiempos.
-¿Era necesaria una reforma como la que se llevó a cabo?
-Sin duda, pero el problema que tenemos nosotros como otros locales de Lalín, es a quién se lo dejamos para que nos lo trabaje. Afortunadamente, nosotros tenemos a un hijo que nos echa una mano y espero que sea el que continúe con el negocio. De todas formas, vas tirando porque tienes que hacerlo porque si paras no puedes cerrarlo porque también te cuesta dinero y ¿qué haces con él? Además, la gente ya está acostumbrada a tener el restaurante y el hostal en el lugar que lleva desde que se puso en marcha.
-¿Sería necesaria una ampliación de personal tras haber realizado la reforma del local?
-Yo pienso que sí. Si reformas tienes que meter más gente a trabajar porque te lo pide el negocio. Ahora tenemos dos mujeres en la cocina y en las camas, pero también presiona la competencia que hay ahora en Lalín en el sector, sobre todo en las camas. Algo que hace unos años no era así dentro de la hostelería.
-¿No dicen que la competencia es buena para que uno no se duerma en labor profesional?
-Insisto en que estamos ante un dilema porque no sabes qué hacer. En nuestro caso, o reformas o te dejas caer con el paso del tiempo. Ya digo que no queda otra que ponerse al día a todos los niveles, pero eso siempre requiere un esfuerzo tanto económico como de personal, que es lo que te hace replantear muchas cosas después de tantos años de profesión.
