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El 'veroño' no calienta a gusto de todos

Los comerciantes se quejan de que el buen tiempo ya ha retrasado dos meses la venta de ropa de invierno,-pero confían en salvar la temporada -Sin embargo, las terrazas de las cafeterías viven una prolongación del verano

Una terraza, con clientes debido al buen tiempo. // Bernabé/Luismy

La palabra todavía no figura en el diccionario de la Real Academia Española, pero el veroño es ya una realidad, desde hace al menos tres años, en toda la geografía española. Veroño, que no significa otra cosa que tiempo anticiclónico y temperaturas altas en las primeras semanas del otoño, es lo que reina durante las últimas semanas en el cielo dezano. Sin ir más lejos, los termómetros alcanzaron ayer en la estación meteorológica de Mouriscade los 27 grados. Pocos vecinos recuerdan el puente del Pilar, pasado por agua, porque a decir verdad desde el pasado 22 de septiembre, cuando comenzó oficialmente el otoño, llovió de forma considerable durante cuatro jornadas.

De ahí que las calles estén teñidas de la tan conocida ropa de entretiempo, en la que quedan desterrados abrigos, polares y demás prendas destinadas a combatir el frío extremo. Pero es que ni los usan los vecinos en sus recados ni se atreven a comprarlos en las tiendas, ya que de momento no los necesitan. Una de las vocales de Comercio en la Asociación de Empresarios de Deza (AED), Karen Fernández Lamela, confirma que "los comerciantes apuntan que se ha vendido muy poco". La mayoría de los escaparates lucen ropa de invierno desde finales de agosto o, como mucho, desde comienzos de septiembre. Pero este mes "ya resulta muy malo para las ventas, porque los clientes tienen otros gastos como el inicio del curso escolar" y no destinan el presupuesto familiar a ropa de la nueva temporada. Así que lo normal es que la clientela atiborre los comercios en octubre. Pero este año no ha pasado esto, y tampoco en el otoño de 2015. "Los comerciantes ya estaban alertados por lo que ocurrió el año pasado, así que hicieron compras más reducidas a los fabricantes", señala Fernández Lamela.

En vista de que la temporada ya arrancó mal, algunas tiendas ya están empezando a aplicar descuentos, más que nada para evitar que, prácticamente en noviembre, los clientes decidan esperar a las rebajas de invierno. Fernández Lamela cree que la temporada aún puede salvarse, y duda de que el sector se vea abocado, al final de la campaña, a aplicar grandes descuentos para poder deshacerse de la mercancía. "Aplicar descuentos de, por ejemplo, el 70%, resulta totalmente inviable" explica.

Sí se van vendiendo prendas, digamos, atemporales, "como pantalones vaqueros o camisetas de manga larga", explica esta comerciante, "pero la temporada está siendo difícil para prendas como parkas, abrigos o chalecos de pelo". El calzado se encuentra en la misma situación de impasse, dada la ausencia de lluvias. Fernández Lamela señala que el buen tiempo en otoño no causa el mismo efecto que las precipitaciones periódicas en verano. "En verano, aunque venga mal tiempo, la gente compra igual ropa de temporada".

Al margen de los descuentos que decida aplicar cada comercio para atraer la atención de sus clientes, el sector ya está pensando en la próxima 'Noche negra', fijada para el último fin de semana de noviembre. La noche negra está asociada a la parte oscura del calendario celta, el Samhain, que comienza entre octubre y noviembre, y que se contrapone a la Noche blanca, que suele situarse en la temporada entre abril y mayo. Pero es que tiene además un significado para los comerciantes, "también se llama noche negra porque, gracias a las ventas de esa fecha especia, permite que transformemos los números rojos de la temporada en números negros", explica Fernández Lamela, quien recuerda que el año pasado dejó un buen sabor de boca entre los negocios que participaron.

Y si los comerciantes miran al cielo deseando que se cubra de nubes, los hosteleros bendicen esta prolongación del verano, ya que da vida a sus terrazas. Una de las más solicitadas de Lalín, la del mítico bar JJ, en la Praza da Torre, luce casi llena desde primeras horas de la mañana hasta que prácticamente anochece. Su gerente desde mayo, Jaime Rodríguez Trigás, confirma que el buen tiempo está siendo todo un revulsivo en el local, no así en su otro negocio, en el Kubo`s, "que funciona mejor con el mal tiempo", asegura. Sea como fuere, un paseo por las calles de los cascos urbanos de los concellos de Deza permiten comprobar cómo los vecinos disfrutan de un café bajo los rayos de un sol que aún calienta. Por eso, también son frecuentes los vecinos que disfrutan del sol en los parques y en el paseo del Pontiñas. Eso sí, a diferencia de las zonas costeras, no hay nadie que se atreva a ponerse el bikini y disfrutar al lado del río en las numerosas áreas recreativas de Deza.

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