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Un siglo de hermandad y lucha por el idioma

A Estrada, punto de referencia para las Irmandades da Fala por sus integrantes y acontecimientos destacados

Visita de Castelao al Pico Sacro en compañía de García Barros, entre otros. // Fotografía cedida por Clara Iglesias

Las Irmandades da Fala pesan sobre la memoria. Una historia marcada por la lucha y el empeño de un grupo de personajes reivindicativos, amantes de su tradición, su cultura y su tierra. Aunque la organización se fundó en A Coruña en 1916, A Estrada estuvo estrechamente vinculada a ella. Según las palabras del historiador local Xoán Carlos Garrido, "muchos de sus miembros y acontecimientos tuvieron su peso en el municipio". Es por ello que la Asociación Cultural Vagalumes, de la que el teórico forma parte, en colaboración con el Concello logró que la exposición itinerante iFala que rememora los 100 años de las Irmandades atracase el viernes en A Estrada. Dentro del autobús temático resonaban las voces de aquellos grandes personajes cuyos nombres no deberían caer en el olvido.

A principios del siglo pasado, A Estrada era el pueblo con más habitantes de la provincia, según asegura Garrido. Sus características demográficas justifican el peso e importancia que tuvo el municipio en la historia de las Irmandades, aspecto que, según el historiador, suele pasar desapercibido.

Aunque la entidad coruñesa nació para la reivindicación de la cultura gallega, su vertiente política era innegable. Uno de los nombres de más peso fue el de Antón Losada Diéguez, quien estuvo estrechamente vinculado al funcionamiento de las Irmandades. A pesar de no nacer en el Concello de A Estrada, Garrido recuerda que fue de vital importancia en el municipio. De hecho, la historia no olvida que en las elecciones que se convocaron en el año 1918, el famoso escritor fue candidato por A Estrada a las Cortes Generales bajo el amparo de las Irmandades da Fala.

Sin embargo, el historiador estradense recuerda el" corrupto sistema" político del momento haciendo mención a la figura del "cacique Marqués de Riestra" que supuso el gran obstáculo con el que tuvo que enfrentarse Losada Diéguez. "La batalla electoral desembocó en un fraude legislativo", asegura Garrido. Y, para reforzar los hechos históricos, evoca lo que, con el paso del tiempo, parece haberse convertido en anécdota.

"En Silleda aparecía que Losada Diéguez había tenido 0 votos cuando tenía apoderados e interventores en el municipio y se sabe que habían apostado a su favor", apunta Garrido en su relato. "El resultado final fue una demostración de cómo funcionaba el régimen, no había nada que hacer en un sistema tan corrupto", recalca el historiador estradense.

Otra de las luces que alumbra la historia de una A Estrada vinculada a las Irmandades es la de Manuel García Barros. Aunque desempeñó un papel más secundario en el marco de la organización, su papel por la lucha y reivindicación del idioma no pueden pasar desapercibidos para los estradenses.

Desde el periodismo, denunció las irregularidades del sistema, que lo obligaron a permanecer en la cárcel en más de una ocasión. Según Garrido, las acciones del político y profesor estradense tuvieron más repercusión en la primera década del siglo pasado. Sin embargo, fue un gran apoyo para las nuevas generaciones nacionalistas, presente en debates y reuniones. También mantuvo un contacto frecuente con Losada Diéguez y con otras personalidades destacadas en las Irmandades da Fala como el estradense Otero Abelleira o Castelao..

Este último, casado con la estradense Virginia Pereira, visitó el Pico Sacro en 1924 en compañía de los hombres que aparecen retratados en la fotografía. Una imagen que refleja las vacaciones forzadas a las que se vieron sometidos nombres tan importantes como el de Otero Abelleira o Castelao debido al golpe militar. Bajo los anteriores, sentados, están dos personalidades estradenses del momento como eran Nadar Magán y Castedo. En la cumbre, la imponente figura de García Barros acompañado de su hijo.

Cien años han transcurrido desde el nacimiento de las Irmandades da Fala. Su legado dejó huella en A Estrada, que debería recordar los nombres de aquellos que pusieron en valor un idioma olvidado.

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