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Yogures lalinenses de Champions League

Álex Moure y Susana Aguiar dicen "luchar en calidad, pero no en cantidad" con Kalekói dentro del sector de los postres lácteos

Álex Moure y Susana Aguiar junto a algunos de los productos de Kalekói. // Bernabé/Javier Lalín

"Teníamos tomada la decisión de hacer algo junto y, después de sondear varios sectores, nos decidimos por poner en valor la leche porque mis suegros tienen una explotación propia", explicaba ayer Álex Moure, el cincuenta por ciento de Kalekói, la empresa con sede en Bergazos (Lalín) que está revolucionando el mundo de los postres lácteos, y que acaba de ganar la segunda edición del Concurso Semente de Monforte. Moure y su esposa Susana Aguiar son dos ingenieros dezanos metidos a emprendedores lácteos que aseguran "luchar con calidad, pero no en cantidad" dentro de un ámbito industrial muy sacudido últimamente por el problema de los precios de la leche. Tienen claro que la dotación del premio monfortino, 10.000 euros antes de impuestos, será invertida en la modernización de la propia firma dezana porque, como asegura Moure, "seguimos con los pies en el suelo, pero también somos realistas y pesimistas".

Álex Moure recordaba ayer como fue un productor de León el que les animó tanto a él como a su esposa a jugársela produciendo postres lácteos. "Era un hombre muy interesante, que lo había dejado todo, y del que nos gustó su forma de trabajar", indica el copropietario de Kalekói sobre el embrión de la galardonada firma dezana. Moure también reconocía que "en Lalín nos conocen tanto a Susana como a mi, y ya son muchos los que han probado nuestros productos con un resultado muy satisfactorio, la verdad". El corresponsable de la entidad también desveló que el nombre de la empresa lo tomaron del vocablo con el que los griegos denominaron a los celtas cuando llegaron a Galicia en torno al 1.800 antes de Cristo, en lo que es un claro homenaje a la historia de Galicia.

Para los dueños de Kalekói la clave de su tempranero éxito radica en "las materias primas autóctonas" con las que están elaborados sus distintos productos. La gran aceptación de los yogures por parte del público, además de otros postres lácteos, anima a este matrimonio a seguir adelante con una producción modesta, pero que ha encontrado en el tradicional boca a boca a su mejor aliado. "El día a día es complicado porque el margen es poco", señaló un Álex Moure que regresó de Monforte casi más contento por los contactos hechos que por el premio. "La inyección económica es importante, por supuesto, pero tanto como la cantidad de gente que conocimos allí y, sobre todo, que todo el mundo se interesara por tu trabajo de manera tan especial".

Por lo que respecta al conflicto sobre el precio de la leche y su relación con la producción de Kalekói, Moure manifestó que "la leche con la que nosotros trabajamos es de muy buena calidad y, aunque los proveedores sean mis suegros, nosotros siempre queremos que el ganadero tenga un precio digno". En este sentido, Moure también comentó que en una reciente conversación con miembros de la industria láctea se lamentaba "que haya mucha gente, incluido algún ganadero, que cuando va al súper compra yogures elaborados en Alemania y otros lugares del extranjero porque están tirando piedras contra su propio tejado". El cofundador de Kalekói concluyó diciendo que "se sobresaturó el mercado".

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