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Miguel Rey Villanueva: "No me cabe el corazón en el pecho cada vez que doy un premio; te llena mucho"

"En esta comarca es rara la familia donde no haya nadie que no compre un cupón de forma habitual"

Miguel Rey Villanueva, ayer, en su céntrico puesto de la ONCE de Silleda. // Bernabé/Javier Lalín

El 28 de diciembre de 1998 la vida del silledense Miguel Rey Villanueva cambió de manera radical. "Tengo que reconocer que la culpa fue toda mía porque iba conduciendo borracho, y eso me dejó unas secuelas evidentes en un brazo", explica este popular vendedor de la ONCE, que acaba de repartir la nada despreciable cifra de 270.000 euros. Rey dice saber quién fue el agraciado, aunque no está autorizado a desvelar su nombre.

-¿Está contento trabajando para la ONCE en Silleda?

-Para mi, la ONCE es la mejor empresa de toda España. Nos cuidan y nos miman mucho porque están siempre pendientes de nuestras necesidades. Incluso detalles como el de ponerte un pedestal para que puedas trabajar de una manera más cómoda y reposada. En Silleda llevo ahora casi tres años porque antes estuve siempre muy itinerante dentro de la empresa. Me dieron el puesto por problemas de salud añadidos y, como había que buscarme un sitio donde pudiera estar resguardado de las inclemencias, me trajeron para Silleda. Estoy muy agradecido porque me encuentro al lado de mi casa de Abades, donde vivo con mi madre.

-¿El agraciado con el último premio que repartió era alguien al que le hacía mucha falta el dinero?

-Afortunadamente, sí. Es gente habitual, que suele comprar a menudo, y a la que este dinero le viene muy bien. Este kiosco es muy afortunado porque lleva repartidos muchos premios. Estando mi anterior compañera llegó a repartir premios tres veces. En mi caso, esta también es mi tercera vez en la que reparto un premio un poco decente. También otro compañero de A Estrada, Manuel Barros, repartió dinero. Es un puesto afortunado.

-¿Es un puesto con números asignados o hay de todo?

-Hay un poco de todo, con números asignados porque hay gente que lleva años jugando al mismo número. Son muy pocos en este momento y ojalá fueran muchos más. Como el valor del número es alto -porque no es lo mismo desprenderte 13 euros de golpe que de 1,3 o 2 euros- te asusta un poco más el pagar. Tengo un cliente que debe llevar por lo menos unos diez años jugando al mismo número y no cambia porque dice que vio ese número hace años, le encantó, y no quiere cambiarlo por nada. Es un número que no le da alegrías, pero él sigue encantado con él.

-¿Los ganadores de los premios vuelven a darle las gracias?

-No lo suelen hacer. Casi todo el mundo promete, pero a la hora de volver no lo hacen. De todas formas, el último premio es un buen pico, al que hay que descontarle 54 para Montoto. Vienen siendo algo más de 30 millones de las pesetas de antes, que casi da para comprar un coche y todo.

-¿Cómo se siente repartiendo tanto dinero entre sus clientes?

-No me cabe el corazón en el pecho. Te puedo decir que estoy tan feliz como si me hubiera tocado a mi. Te llena mucho y vas por la calle con otra cara. Hasta parece que vendes sólo con la mirada. Además, cambia mucho la actitud de la gente hacia ti y todo. Al menos, eso lo noté durante una temporada siempre que repartí algún premio.

-¿Se produce un efecto llamada después de que la gente sabe dónde se ha repartido el premio?

-Se nota un poco, es verdad. Además, en mi caso, como estoy situado en la carretera nacional, notas que para más la gente que suele estar de paso que en otras ocasiones. Te hablo de gente de Lalín o de Ourense, que van de paso, y ven el kiosco y paran.

-¿Cuál es el producto preferido ahora por su clientela?

-Ahora mismo el producto estrella es el Eurojackpot, un juego en el que participan 11 países de todo el continente. En España lo comercializa la ONCE y está compuesto por cinco números y dos estrellas. Ahora mismo hay un bote acumulado de 50 millones de euros porque es un juego pensado para acumular grandes botes. Llama la atención por eso entre toda la gente. Aquí, en España, se juega mucho. Incluso en esta comarca. Es rara una familia donde no haya nadie que no compre un cupón de forma habitual. Tienen la ventaja de que son juegos que no tiran de la ludopatía, que no crean adicción, y en los que puedes ganar mucho.

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