-¿Qué nos vamos a encontrar en este nuevo espectáculo de Tirinautas?

-Es una obra para olvidarse de lo que hay fuera y disfrutar de escucharse reír. Es muy saludable, y a mí también me pasa, escucharse reír a uno mismo. Ese momento cuando pasa de ser una sonrisa a una carcajada. Con esta obra se van a escuchar reír y van a disfrutar. Esa es la pretensión, regalar un rato de risas.

-Forman un grupo muy unido, ¿cómo es trabajar con esta gente?

-Esto casi no es trabajar. Somos un grupo de amigos y nuestros ensayos son totalmente diferentes. Yo trabajo con otras compañías y ahí empiezas a las nueve de la mañana y no hay respiro más que para comer. Aquí es todo más distendido, así es que nos lleva montar una obra un año o incluso dos. Empiezas a hacer escenas pero luego nos ponemos a meter cosas nuevas y cuando te das cuenta necesitas hacer limpieza. Lo bueno es que cuando estamos todos juntos surgen cosas nuevas que mejoran lo que había. El trabajo duro termina siendo dejar cosas fuera. Si no lo hiciésemos tendríamos un espectáculo de dos horas. La vara de medir a la hora de decidir lo que entra y lo que no es lo que nos hace reír a nosotros. Al final quedó una obra irreverente. Nos metemos y nos reímos de muchas cosas pero desde el respeto. No quiere ser una crítica a nadie. Es un espectáculo con el que están garantizadas las risas. Si alguno no se ríe con esta obra le devolvemos el dinero.

-¿Tienen presión por los éxitos anteriores?

-No sabemos lo que puede pasar ni como va a reaccionar la gente. Algo de tensión siempre tenemos pero creo que si nosotros nos los pasamos bien, la gente se lo va a pasar bien. Es muy importante que se vea la empatía entre los actores, y aquí de eso nos sobra.