La Estación Fitopatolóxica do Areeiro alerta del "avance notorio" del picudo rojo, una plaga que ataca a las palmeras -sus larvas se alimentan de ella hasta matarla- y que se extiende por toda la provincia con gran virulencia desde hace al menos tres años, cuando se detectó en el sur. Los árboles muy afectados deben eliminarse, pero esa operación "debe realizarse respetando escrupulosamente las normas de seguridad básicas y adoptando una serie de precauciones, por lo que se aconseja recurrir a empresas especializadas".

El director de la estación fitopatológica, Pedro Mansilla, explica que este año se observó un avance notorio en diferentes zonas de la provincia y que cada vez son más numerosos los ejemplares que manifiestan síntomas de su ataque. "Son muy abundantes también las consultas que recibimos; por este motivo, y aunque el invierno es la época de menor actividad del insecto, consideramos necesario recordar las actuaciones básicas para limitar su dispersión y poder conseguir un mejor control de la plaga", señala.

La Diputación, de la que depende Areeiro, recuerda a los concellos que "ya dispone de una diagnosis y que, sin coste para los concellos, los técnicos se desplazan para analizar in situ cada planta y después realizan otros estudios de laboratorio". Pontevedra, Sanxenxo o Caldas ya han solicitado ayuda. El problema es más complejo para los particulares, ya que los tratamientos o una posible tala son muy caros.

Entre los consejos básicos se cita la "revisión periódica de palmeras con el fin de detectar síntomas de su presencia (asimetría de la copa a nivel de las hojas más tiernas o desplome de palmas); no plantar palmeras en áreas donde se detectó la plaga; evitar podas y, en todo caso, eliminar solo las palmas secas únicamente en invierno, nunca el resto del año, ya que el calor favorece la proliferación del insecto". Estas podas deben ser con cortes limpios, sin desgarros y tratando la herida con un insecticida. Y es "realizar tratamientos preventivos a palmeras sin síntomas".

Para ejemplares muy afectados, la única solución es eliminarlos, "respetando las normas de seguridad", por lo que se aconseja hacerlo a través de especialistas. "Los ejemplares pequeños se pueden trocear in situ y enterrar los restos a una profundidad no inferior a dos metros, dejando la zona limpia".