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Jaime Rodríguez Trigás: "No soy partidario de hacer macedonias con un combinado tan clásico como el gin tonic"

"Todos somos camareros, pero después cada uno tiene su especialidad elaborando café o siendo un barman"

Javier Rodríguez Trigás posa en el interior de la cafetería Kubos de Lalín. // Bernabé/Gutier

Es el responsable de uno de los locales más conocidos dentro y fuera de Lalín. La cafetería Kubos de la calle Pintor Laxeiro se ha convertido desde hace casi 12 años en un lugar de encuentro y, también, en un referente de la coctelería incluso en el territorio nacional. Jaime Rodríguez Trigás fue el impulsor junto a otros miembros de su familia de una manera cosmopolita de consumir, alejada de los estereotipos del pasado. Rodríguez muestra con orgullo algunos de los galardones conseguidos en certámenes para especialistas en los combinados, y no duda en asegurar que se trata de una profesión en la que nunca se deja de aprender.

-¿Qué recuerdos le vienen a la memoria de aquel primer Kubos, cuando abrió en el 2004?

-Recuerdo que ya empecé entonces haciendo cócteles. Eran muy básicos, donde había mucha coctelería a base de champán. Hay que tener en cuenta que en aquellos años el mundo de la coctelería era un mundo desconocido en toda Galicia, y yo quise profundizar más en todo ese sector.

-Camarero, barista, experto en coctelería... ¿Hacen falta tantas denominaciones en el panorama actual de la hostelería?

-Se puede decir que todos somos camareros, pero después cada uno tiene su especialidad. Por ejemplo, un barista es un profesional del mundo del café desde que nace el gramo de café hasta que se termina elaborando en la taza que sirves a tu cliente. Después están los que conocemos como barman, que ya sería un profesional especializado en la coctelería, con destilados y similares. Hoy en día incluso se está mezclando mucho el mundo del café con la coctelería en lo que puede ser una nueva versión interesante de esta profesión.

-¿Cuál es la rama que más le gusta de todas ellas?

-Sin duda, la coctelería. Es una vertiente en la que disfrutas mucho como profesional porque cada día sale un nuevo producto, y siempre te exige estar formándote, y por eso pienso que se trata de un mundo muy divertido. Evolucionas constantemente, y eso es muy bueno para alguien que se quiera dedicar a esta forma de trabajar. En esto nunca puedes decir que sabes porque cada día hay nuevos productos, nuevas maneras de trabajar y de elaborar, y ahí está lo bueno de una profesión tan apasionante.

-Si tuviera que quedarse con un combinado, ¿con cuál se quedaría?

-Para mí sería el whisky, sin duda. Un whisky solo o combinado con ginger ale. Una buena copa de whisky es para mí lo ideal.

-Sin embargo, las modas actuales hace que se pidan combinados algo extraños, ¿no? ¿La coctelería entiende de sexos o en esto hombres y mujeres coincidimos?

-Bueno, a nosotros no nos queda otra que acostumbrarnos a todo. A las mujeres les gustan mucho los combinados, cada vez más. Les gusta probar los gin tonic porque ahora en España estamos asistiendo al boom de las ginebras. Digamos que el mundo de la ginebra causó un gran furor porque con tantos sabores y, también, con tantas tónicas que salieron al mercado es raro que no encuentres un gusto que se adapte a ti. Por eso yo soy de los que pienso que el triunfo y la extensión del gin tonic viene dado por esta moda y esta costumbre tan arraigada ya entre la clientela de todas las edades sin reparar en sexos.

-A propósito del gin tonic, ¿no le parece que se le ha saturado de ingredientes al de toda la vida?

-Es cierto, se ve mucha macedonia por ahí. Te puedo decir que hay clientela para los gin tonic, pero a mí personalmente no me gusta hacer macedonias con un combinado tan clásico como el gin tonic. Cuando un cliente me dice que lo condimente con esto o aquello, siempre me gusta explicarle por qué elaboras un gin tonic y de qué manera. Lo primero y primordial es conocer los gustos del cliente por esa variedad tan grande de la que te hablaba. Siempre les pregunto cuál es la variedad que le gusta: seca, clásica o floral. A partir de ahí, cuentas con unas pautas y te puedes ir a un producto concreto adaptado al cliente en cuestión. Después se trata de elaborarlo, y pienso que con dos botánicos tienes una copa perfecta. No hacen falta fresas, manzanas o macedonias para que un gin tonic sea bueno de verdad.

-¿Es consciente de que regenta un local único en Lalín y más propio de una gran capital?

-Sin duda. Te puedo decir que nos acaban de nombrar en una revista madrileña de reciente creación como una de las mejores coctelerías de España. Incluso han publicado una receta elaborada por mi para completar la información. Te puedes imaginar que eso para mi, que empecé sin saber lo que era un Manhattan o una caipiriña, es todo un orgullo como profesional de esta especialidad.

-¿Esperaba llegar tan lejos? ¿El actual Kubos es lo que pretendía cuando lo abrió en el 2004?

-Yo pretendía por entonces ofrecer algo distinto, por eso me centré en los cocteles, los batidos de frutas naturales y cosas que no había en el mercado y la gente podría demandar, algo distinto. Esa fue mi filosofía de negocio inicial. Con el tiempo tuve curiosidad por aprender y apasionarme con este mundo. Estuve en ferias, hacer cursos y, también, moverme en las escuelas de hostelería e incluso llegué a ser embajador de una marca tan prestigiosa como es Monin, un auténtico Ferrari en ese sector, y de la que soy su representante en las escuelas de hostelería, impartiendo también formación por toda Galicia como su embajador oficial. En el Kubos lo que buscamos es crear nuevas experiencias a nuestra clientela, y por eso realizamos reformas en el local.

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