Al fin, tras cuatro décadas acudiendo al colegio, el soutelano Celso García Viéitez ha conseguido graduarse. El jueves el centro del que ha sido director en los últimos años le entregó un diploma conmemorativo en el acto de graduación de los alumnos de quinto de Infantil. Dado que cumplirá los 65 años en agosto, para él este fin de curso es especial. Es el punto final a 40 años dedicados a su vocación, la docencia.

Ayer, Celso García admitía que se jubila pero "no con júbilo". Todavía no se ha parado a pensar qué hará con tanto tiempo libre. Admite que la idea le "agobia" un poco. Además, anteayer -el último día que estuvo "con los muñecos", apelativo cariñoso que utilizaba para referirse a los escolares forcaricenses- fue plenamente consciente de que les va a echar muchísimo de menos. A ellos y a sus compañeros. De estos decía ayer con humor García que tiene la sensación de que o bien le preparan un "motín" para desbancarle de la Dirección y alzarse con el poder en el centro o bien le preparan una sorpresa. Sabe que "algo están tramando".

Despedirse de ellos y de los niños le está resultando difícil. Nacido en Sanguñedo -en agosto hará 65 años- Celso García aprendió a amar la docencia con su maestra Araceli Alonso, "doña Celia". H ijo de emigrantes en Venezuela que le dejaron al cuidado de su abuelo y de una tía ("mi segunda madre", con doña Celia estudió el Bachiller Elemental. Luego cursó el Superior en Vigo y el Preuniversitario en Peleteiro. Por deseo de sus padres empezó a estudiar Matemáticas pero dejó por su verdadera vocación, Magisterio, que estudiaría en Pontevedra. Nada más terminar sus estudios se casaría con la estradense Chelo Constenla y fue a la mili. Con Chelo tuvo a sus hijas y con ella aun hoy comparte su vida, dedicándose al cuidado de sus padres.

Profesor en una academia catalana mientras que no sacó la oposición, al obtenerla en 1975 estrenaría como interino el colegio de Forcarei en el que ahora se jubila. Trabajó también en San Adrián de Vilariño (cerca de Cambados), 5 años en San Llorenç de Hortons (Cataluña) en una de las mejores etapas de su vida, luego en Forcarei, en Soutelo y de nuevo en Forcarei.

Residente en Soutelo, sabe que le resultará difícil adaptarse a su nueva vida. Aunque no le gusta demasiado viajar, admite que tal vez lo haga si su mujer quiere "resarcirse" al fin después de tantos años. De momento, optará por cosas sencillas: disfrutará de la familia, cuidará a sus canarios y disfrutará de la pesca. "Por fin", bromea, después de tanto ir a la escuela, ha conseguidoobtener "el título".