-¿Cuál es el estado de las relaciones entre la AED y el poder?

-Dentro de la AED no puede haber clase política porque así lo dicen los estatutos. Nosotros tenemos que defender los intereses de los empresarios y ser intermediarios con los políticos del color que sean. Los últimos encuentros que mantuvimos con los gobiernos de Lalín y de Silleda, por ejemplo, fueron espectaculares por la predisposición por parte suya de hacer cosas, que es lo que pedimos. Yendo de la mano la clase empresarial y la política tienes más fuerza a la hora de beneficiar a los concellos y crear empleo.

-¿Hasta qué punto es importante hoy en día formar a la clase empresarial? ¿Cualquiera es válido para ser emprendedor?

-Es algo fundamental. La idea es que esos empresarios preparados puedan utilizar la asociación para formar a trabajadores. Formar empresarios es dotarlos del contenido suficiente para que puedan llevar su empresa. Además, no todos valemos para todo. Hay una ley de la economía que dice: a más riesgo, mayor beneficio y más pérdida. En el caso de las empresas de la zona que cerraron, los trabajadores pudieron perder parte de su sueldo pero muchos empresarios quedaron sin nada porque un empresario está jugando con su patrimonio, por no hablar de las horas que le dedica porque pienso que prácticamente está las 24 horas del día pensando en su trabajo.

-¿Sigue pensando que la AED tiene que ser una asociación abierta a todos?

-Sin duda. Quiero que la gente comprenda que la asociación no es para nada un grupo cerrado. Si tienes ideas, ganas de trabajar o de invertir tu tiempo en los grupos de trabajo de la asociación nosotros estamos encantados de recibirte. Desde luego, no somos los cuatro o cinco que salimos elegidos en las últimas elecciones. El perfil de mi candidatura fue el de gente joven, emprendedora, que esté al frente de sus negocios y con muchas ganas de hacer cosas.