Durante todos estos años fue el guardián que respondía a deshora para subsanar averías, Lo hacía sin mirar el reloj ni reclamar horas, con el teléfono operativo las 24 horas.

En época de Elvira Fernández, a menudo acababa de recoger la basura y a menudo tenía que coger el vehículo de extinción para irse a luchar contra el fuego. Los incendios "solían ser por las tardes". "Sin gente" y "sin medios" inicialmente, aunque luego, recuerda, llegarían unos jóvenes contratados y posteriormente Protección Civil con sus voluntarios, de los que guarda muy buen recuerdo. "El fuego es traicionero", explica. Más de una vez se ha visto en peligro y tuvo que salir corriendo. De Penerada el jefe de la Policía y él lograron huir entre dos focos que amenazaban con atraparles. También en Loimil vio amenazada su vida.

Son recuerdos que guarda en una lúcida memoria, que también recuerda las horas que le restó a su familia, a sus 3 hijos, porque "siempre estaba trabajando". Dos de ellos son entrenadores de fútbol y les gusta ir a verlos los domingos. De su dilatada etapa profesional, Arís recuerda que siempre procuró "hacer el bien". Sabe que ha atesorado muchos amigos. Proyecta seguir yendo de caza y salir a caminar. Ahora ya solo atenderá a las obras de su casa.