Cuenta la historia que San Isidro fue reprendido por abandonar sus tareas en el campo para rezar. Ayer, de algún modo, los campesinos de Vila de Cruces también aparcaron por unas horas su faena para participar en los actos de celebración en honor a su patrón. La localidad honró un año más -y ya supera el medio siglo- a San Cidre con actos religiosos y musicales en la Plaza Juan Carlos I.

La mañana amaneció gris, pero la climatología respetó las celebraciones, que se desarrollaron sobre lo previsto, aunque con menos público que otros años. No fue necesario trasladar los actos al auditorio y, como es habitual, la plaza frente al consistorio fue el punto de encuentro de los devotos, y el lugar de celebración de la misa, a cargo del párroco Andrés Trinquete.

Minutos antes de las doce del mediodía, el tractor que portaba la carroza con San Cidre recorrió la calle principal del casco urbano, seguido de los músicos y bailarines del grupo local Punteirolo. El sonido de las gaitas hizo de llamada a los fieles, que se reunieron a los pies de la casa consistorial, donde se ofició la misa. Subido al escenario, y tras un altar improvisado, el sacerdote inició el oficio recordando a quienes sufren la crisis "y no tienen nada que llevarse a la boca" e hizo mención a las dificultades que atraviesan también los agricultores y ganaderos de la zona, sufridores de la situación de los mercados. Aludió a la unión del pasado: "Aquí ya había una cofradía de San Isidro, donde la gente se asociaba para el trabajo", apuntó, y animó a los fieles a seguir el ejemplo de San Cidre, "un santo humilde, sin muchos estudios, pero una persona grande que, pese a las dificultades, fue honrado", dijo.

El público, entre el que se encontraba el alcalde, Jesús Otero, y algunos de sus ediles, siguió la misa sentado, en las sillas que la organización dispuso a lo largo de la plaza. Varios niños intervinieron en la liturgia, realizando las lecturas, y Punteirolo tocó y cantó el Himno de Galicia en un momento del oficio.

Uno de los momentos más solemnes fue durante la procesión, que pudo realizarse por las calles que rodean la iglesia y el consistorio. Una carroza decorada con productos del campo, una réplica de un hórreo y un pequeño carro portó a San Cidre, que desfiló al son de las gaitas de la agrupación local. El grupo tocó también una vez finalizada la procesión.

El festival folk, que otros años se celebraba el domingo por la tarde, se adelantó en esta ocasión al sábado. La lluvia obligó a trasladarlo al auditorio, donde tocaron Punteirolo, el grupo de danzas cántabro San Blas Las Montaña, y la Agrupación Municipal de Música y Baile de Cuntis.