Una noche de mucha intriga, a veces terror y también algunas dosis de tradición. Cuntis figura como uno de los puntos de Galicia en los que se desarrollan las propuestas más innovadores de festejar la céltica celebración del Samaín -o la 'americanizada Halloween'- con una oferta turística dirigida a todos aquellos que disfrutan con las emociones fuertes. La Casa Sueiro, un establecimiento de turismo rural, se ha colado en un reducido grupo de negocios que el sector reconoce como innovadores en la búsqueda de nuevos clientes.

Bajo la leyenda de la más famosa de las meigas gallegas, María Soliño, canguesa condenada por la Inquisición, se puso en marcha una mezcla con toques de teatro interactivo, casa del terror y juego de misterio en el que una veintena de comensales se dejó rodear por una atmósfera propia de la celebración y en un lugar solitario, apartado seis kilómetros del casco urbano del municipio. Al término de la cena, a punto de acabar el postre, la compañía teatral "El roce de las alas" puso en marcha su espectáculo.

Nada de quedarse sentados a la mesa. Cada uno de los clientes tomó parte activamente en esta aventura en la que podían aparecerse tanto la niña del exorcista como la Santa Compaña.

También psicofonías o extrañas apariciones completaron una noche que ya cumple seis años en esta casa y siempre con notable éxito.

"Este día siempre estamos completos", apuntaba ayer una de las responsables, reconociendo el éxito de esta propuesta con la que buscan ofrecer un producto "diferenciado" y para un público que cada vez más busca nuevas experiencias. La respuesta por parte del público anima a mantener esta actividad dentro de su calendario.

La originalidad de esta propuesta no estuvo reñida con otras ofertas de ocio que se llevaron a cabo en la comarca con motivo de la noche de los difuntos. En Portas la Azucreira fue el lugar elegido para rendir tributo a una tradición cuya recuperación sigue en aumento.

Este recinto albergó una sesión de baile organizado por la asociación de padres Concepción Pérez del colegio Domingo Fontán. Calabazas y atuendos propios de la jornada sirvieron de diversión para las decenas que tomaron parte en la iniciativa.