A veces, hay refranes que vienen como anillo al dedo (y hete aquí uno) a situaciones reales. Es el caso de trabajar como un burro y Paquita, el asno que apareció abandonado a finales del mes pasado en la localidad de A Goleta y que, pese a haber sido adoptado por una dezana, no pudo sufrir a la múltiples enfermedades que arrastraba.

Raquel González, la nueva propietaria del animal, anunciaba ayer que la res terminó pereciendo como consecuencia de la neumonía que padecía y que el veterinario no consiguió controlar. Paquita, tal y como fue bautizada la burra en su nuevo hogar, también tenía serios problemas de nutrición y de sarna, así como heridas en sus patas traseras debido, con toda seguridad, a todos los trabajos que debió desempeñar como animal de tiro junto a su dueño o dueños anteriores. Raquel asegura que, en estas casi tres semanas que Paquita pasó a su lado, "hice cuanto estuvo en mis manos para recuperar su salid, pero me fue imposible. Pero, como propietaria de corta duración, me quedo con el recuerdo de que pasó los últimos días de su vida alimentada, en una cuadra llena de paja limpia y con su agua", manifiesta.

Todas las historias de los animales que son abandonados por sus dueños porque están enfermos, son viejos o, simplemente, obedecieron a un capricho pasajero y sobran en casa, son tristes. Y la de Paquita no iba a ser menos. Apareció a finales de marzo en A Goleta, en una zona limítrofe entre los concellos de Lalín y Vila de Cruces. Extraviada o, peor aún, abandonada, la burra fue acogida en un principio por el Concello de Lalín, al que alertó el colectivo Andrea. El ejecutivo local esperó los 20 días de plazo reglamentario para ver si aparecía su propietario. Ante la ausencia de éste y visto el interés que demostraron varios vecinos por acoger al animal, decidió hacerse un sorteo. Entre los candidatos a adoptar a Paquita estaban vecinos de Lalín, pero también de Silleda, Muros, Zas o Santiago. El Concello tenía claro que el animal debería residir lo más cerca posible del entorno donde fue encontrada, para evitar que sufriese estrés durante un traslado demasiado largo. Era conveniente, también, que el nuevo dueño dispusiese también de otros animales que se alimentasen con pastos, para favorecer la integración y mejoría de la burra. Al final, la suerte recayó en Raquel González, aunque la alegría de una y el cambio a una vida más cómoda de otra duró, por circunstancias de la vida, poco.

No es el primer caso de un animal abandonado en la comarca, al margen de los perros. En octubre, también se encontró una potra sin dueño en la localidad de Currigatos, en la parroquia lalinense de Vilanova. La res se trasladó a Mouriscade.