Los más golosos tuvieron ayer en Abades su plan ideal. La parroquia silledense cumplió con su tradición de Pascua y celebró la XXVI Festa da Rosquilla. Ayudada por el buen tiempo, la cita reunió a cientos de vecinos y foráneos, fieles a la propuesta gastronómica que se consolida con el paso de los años.

Tras la celebración de la misa al mediodía, que culminó con una procesión alrededor del santuario, se desarrolló la puja, en el campo de la fiesta. El bolo elaborado por un vecino, la casa de López, del lugar de Bazar, fue el elegido como el más sabroso, y vendido por 130 euros en la subasta, 80 euros más del precio de salida. El jurado, integrado por Luis González Abal, en representación de la Asociación Cultural O Lacón; José Castro Granja, de la Festa do Chourizo ó Viño de Ponte; e Irene Mato Cachafeiro, de la Asociación de Amigos da Tortilla de Laro, acordó otorgar el segundo premio a la Casa de Xantar A Culler, de Silleda. El tercer galardonado fue el lote donado por la casa de Golmar, de Abades. Ambos partieron a un precio de 30 euros en la subasta y se vendieron por 60 euros cada uno.

El premio a la originalidad fue para un bolo que representaba el cruceiro de la parroquia, cuyo creador o creadora prefirió quedar en el anonimato. Fue la única figura que se presentó. Un cesto de colores y un bolo con un aro de rosquillas supusieron los otros dos tímidos intentos por sorprender al público. La creación más vistosa también fue subastada con un precio de partida de 50 euros, y la compró el edil de Deportes, Klaus Brey, por 90 euros.

Al finalizar la puja, Encarna Mejuto, la presidenta de la Asociación de Vecinos A Costa, parte organizadora de la fiesta, reconoció que, en cuanto a asistencia de público, la celebración resultó "mejor que el año pasado. La edición anterior la subasta costó mucho, por la crisis, y teníamos miedo de que en esta pasase lo mismo, pero no fue así". Y es que los placeres del paladar no entienden de crisis. La recaudación por los 27 bolos que entraron a las subasta fue de 1.475 euros y la organización agotó las alrededor de 5.000 rosquillas que preparó para el día grande y que ya comenzó a vender en jornadas anteriores. El puesto de venta acabó a mitad de la subasta los treinta bolos –a 10 euros– elaborados para la ocasión y las últimas bolsas –se hicieron 90– prácticamente se vendieron antes de la comida.

La alcaldesa de Silleda, Paula Fernández Pena, valoró el "esfuerzo" de los organizadores y el "altruismo y generosidad de las rosquilleras, un ejemplo a seguir", dijo. A la fiesta acudió también el secretario xeral de Política Lingüística, Valentín García, en calidad de vecino..