El horseball es un juego que enfrenta a dos equipos de cuatro jinetes por bando (más dos reservas de cada equipo) que deben recoger del suelo, sin desmontar, una pelota envuelta en un armazón con seis asas de cuero y, que a través de un conjunto de pases y defensas, la tienen que introducir en unas canastas fijas en los extremos del campo. Adaptación europea del juego del pato de Argentina, es una hábil mezcla de baloncesto, rugby y equitación, y un deporte con un gran tirón en la comarca dezana. Fernando Regalade es uno de los máximos exponentes del horseball lalinense y cuenta con uno de los mejores palmareses del panorama nacional.

–¿Siempre practicó deportes relacionados con la hípica o, también, lo ha intentado con otras disciplinas?

–Todavía juego al fútbol, en veteranos, con el Fogar de Breogán, pero hace años hice mis pinitos en el Club Deportivo Lalín, cuando era entrenador Acevedo. Lo dejé porque llevo toda la vida con caballos.

–¿Por qué se decidió por el horseball, un deporte aún poco conocido por el gran público?

–Todo empezó cuando era presidente Totó Nistal, que conoció a un chaval de Santa Comba que vino hasta aquí a enseñarnos a jugar al horseball. Empezamos a practicar y hasta hoy.

–¿Qué es lo que tiene para haberle encandilado de esa forma y llegar a convertirlo en internacional?

–Lo bonito de este deporte es el binomio caballo-persona. Los dos tienen que estar perfectamente compenetrados para poder jugar bien. A mi me pueden dar un caballo muy bueno pero, a lo mejor, no consigo adaptarme a él. Lo ideal es que el caballo sea mucho mejor que el jinete porque es muy difícil conseguir que ambos puedan adaptarse.

–¿Eso quiere decir que es común cambiar a menudo de montura dentro del horseball?

–Yo, ahora, estoy cambiando de caballo. Tenía uno que compré en Barcelona hace siete años. La diferencia de cambiar de caballo es algo que te lleva un año o año y medio por lo menos. Es un trabajo que tienes que hacer a conciencia para que todo vaya bien, después, sobre el terreno de juego.

–¿Qué características debe reunir un buen caballo de horseball?

–En principio, valen casi todos los caballos. Tienes que ir entrenándolo poco a poco y dedicarle muchas horas para conseguir esa compenetración de la que te hablaba antes. Para que vaya bien, para competir a un europeo o a un Mundial, necesitas un mínimo de dos años. Hay que conseguir que alcance la forma física idónea, que no se asuste con nada y que esté relajado en todos los partidos, algo muy complicado.

–¿Se trata de un deporte caro?

–No lo es tanto, por ejemplo, como el salto o la doma, donde se pagan inscripciones de 200 o 300 euros y tienes que pagar boxes, comida o piensos. Nosotros, no. Si vamos a hacer una exhibición te pagan el desplazamiento y la estancia, aunque no se gana dinero con ello.

–¿Qué necesita el horseball para ser más conocido?

–Tiene poco auge porque, claro, nosotros queremos meter jugadores en los clubes, pero la gente está más por la doma o el salto, modalidades individuales. Lo nuestro es un deporte de equipo. Tenemos que entrenar los seis de cada equipo en un pista de 60 por 30 y lo peor es el desplazamiento. Si tienes remolque, bien, pero sino todo se encarece demasiado.

–¿Cuál es su mejor recuerdo como jugador?

–Fue en París, en el primero campeonato de Europa. Fui el máximo goleador de la selección española y terminamos cuartos en el torneo. Francia sigue siendo el dominador de este deporte y, después, estamos nosotros, los españoles. Cataluña está muy potente, precisamente, porque está muy cerca de Francia, que le nutre de caballos que no allá no quieren. En Francia ya tienen varias ligas e incluso hay gente profesional que cobra por jugar al horseball. En Barcelona también hay gente que ya puede vivir de esto.

–¿Le siguen convocando con España para las competiciones internacionales?

–Ahora ya no. El nivel subió mucho desde que, por ejemplo, en Barcelona empiezan a jugar con ponys y niños de 5 años con una pequeña pelota. Hay gente que empezó en el 2000 con 15 años y que ahora con doce años más son unos auténticos cracks. Yo tengo 32 años, pero mantengo la esperanza de volver a la selección siempre y cuando tenga una buena montura, claro.