Guardia Civil y Policía Local lograron detener a una de las personas implicadas en un hurto en grado de tentativa registrado en la Joyería Azabache de A Estrada. Se trata de una mujer de 57 años de edad que responde a las iniciales G.B.J. y que presuntamente formaba parte del grupo de cuatro personas que, según relató ayer el propietario de este establecimiento, participaron en esta acción delictiva. La dependienta logró evitar el hurto al interceptar a dos personas saliendo a gatas de la cámara acorazada. El botín que podrían haberse llevado constaba de 8 mantas de cadenas de oro por valor de 100.000 euros.

El suceso de produjo en la tarde del miércoles, entre las 19.30 y las 19.45 horas. Según explicó el propietario de esta joyería, un varón y tres mujeres de acento extranjero solicitaron en el establecimiento que esta firma tiene en la calle Calvo Sotelo ver cadenas de oro gordas. Para atender su demanda, la joyería se puso en contacto con la tienda ubicada en el Centro Comercial San Antón, pidiendo a una de las empleadas que subiese la mercancía. Antes de que pudiese llegar fue abordada en la calle y supuestamente tuvo que esquivar una clara insinuación por parte de dos de las mujeres; "¿Tú eres la de las cadenas?".

Una de las mujeres se dirigió entonces a la joyería del centro comercial. Pidió igualmente ver cadenas de oro gordas, lo que de inmediato alertó a la responsable del negocio, teniendo en cuenta la reciente comunicación mantenida con la tienda de Calvo Sotelo. Acto seguido entró en el establecimiento el señor que, según relatan estos joyeros, instantes antes había estado en el otro local de la firma, adonde nunca llegaron las cadenas de oro por portar la empleada, por confusión, mercancía de plata. Instantes después esta misma dependienta regresó y la mujer le pidió ver relojes, sacándola fuera del establecimiento y situándola ante el escaparate. La responsable de la tienda, tras retirar las mantas de cadenas de oro, se centró en atender al señor, que pidió ver varios artículos. Fue entonces cuando llegaron otras dos mujeres. Aunque trató de no perderlas de vista, un giro de la dependienta les sirvió para desaparecer de campo de visión. Al comprobar que la puerta de la cámara estaba entreabierta, corrió y logró interceptar a las mujeres que salían a gatas de su interior. Tiraron el material y todos los supuestos clientes iniciaron la huida. Momentos después las fuerzas del orden lograron detener a una de ellas.