El libro de Daniel Garrido, "Cortegada, una isla real", ha vuelto a traer a primera plana de la actualidad el hallazgo en 1982 del pecio de un barco romano que había naufragado frente a las costas de la isla carrilexa. Fue precisamente un buzo vecino de esta parroquia vilagarciana, Juan Augusto Barreiro Gómez (Carril, 1934), el que hizo el descubrimiento mientras reparaba una batea.

- Cuéntenos cómo se produjo el hallazgo del barco...

- Lo encontré por casualidad. A una batea se le rompió la cadena y fue a parar a la zona donde estaba el barco. Cuando fui a sacarla ví restos y a partir de ahí, cuando tenía tiempo, volvía a bajar a mirar.

- ¿Fue consciente entonces de la importancia del hallazgo?

- Sí. Me pareció que era importante pero como no estaba seguro, volví varias veces y encontré varias ánforas y otros restos rotos. Todavía hoy no se sabe todo lo que hay ahí.

- Pero usted lo puso en conocimiento del Museo de Pontevedra...

- Dí parte al Museo de Pontevedra y a la Comandancia de Marina. Mandaron a los chavales de una asociación a recoger los restos pero nada más.

- ¿Piensa usted, entonces, que todavía hay restos del pecio romano en el fondo?

- Yo pienso que está todo intacto. Ni siquiera se sabe si el barco iba o venía. Es decir, si todavía llevaba la mercancía o si los restos eran parte del utillaje para llevar agua o vino para la tripulación. No se puede saber lo que hay ahí si no se desarena pero eso cuesta dinero y no se ha hecho. Del barco, claro, sólo queda el esqueleto porque hay gusanos que se comen la madera. Eso afecta incluso a las patas de las bateas. Pero todo lo que pueda quedar está enterrado.

- Pero usted habló con el Museo...

- Fui al Museo y para hablar con el director pagué mi entrada y las de mis hijos ¡dos veces!. Y les dije que si hacían algún trabajo en la zona yo quería participar. Pero mandaron buzos noveles, poco preparados y yo creo que todo está igual que cuando se dejó.

- ¿Cree que puede haber restos importantes?

- Hay unas losetas, que no se sabe si eran de carga o de lastre, que podrían dar una idea del tamaño del barco. Eran más de 5 toneladas, así que si eso era lastre, tenía que ser un barco muy grande. En cambio, si era la carga, indicaría que es más pequeño. Lo normal sería que viniese gente entendida para estudiar esas cosas, pero nada...

- ¿Quiere decir que las losetas siguen en el fondo del mar?

- Claro, las losetas están allí. Por eso creo que deberían venir especialistas a estudiarlas. Igual que las ánforas. Habría que saber si eran carga o si eran parte del utillaje. Y si es así, si llevaban aceite, agua o vino...

- Hubo otros descubrimientos en la zona ¿no?

- Sí. Hace 60 años cerca del Porrón, José Benito O Rianxeiro encontró otra ánfora idéntica a ésta.

- ¿Cree que son del mismo barco?

- No lo sé. Esta zona era ruta marítima y los barcos fondeaban en Cortegada para descansar o para avituallamiento.

- ¿Cree que un estudio profundo del pecio del barco podría provocar daños a la producción de la zona, sobre todo a los parques de cultivo?

- No, en esa zona no hay parques. La media de agua está entre los 8 y los 12 metros. No habría perjuicio ninguno. Yo creo que es un problema de presupuesto.

- Empezó usted como buzo allá por los años 60 ¿cambió mucho el estado del fondo del mar, su riqueza, desde entonces hasta ahora?

- Mucho, ahora está todo totalmente esquilmado. Cuando yo empecé había mucho marisco, los fondos estaban limpios y ahora están perdidos. La mayoría de las piedras perdieron la capa de vida y ya no producen nada. Lo único que proliferan son las arañas de mar y el cacahuete, que es una especie de gusano.

- ¿A qué achaca ese estado?

- En 20 años las zonas de arenisca se convirtieron en fango y era de esperar teniendo en cuenta como evolucionó la sociedad. Cuando yo empecé, en esta ría habría unas 600 o 700 bateas y ahora hay 3.000. Y como eso todo. La población se multiplicó y con ella el saneamiento. Ahora todos tenemos lavadora y todo va al mismo sitio. Si antes pasaban diez barcos ahora pasan miles y nadie sabe lo que hacen, dónde tiran sus residuos. Es el "progreso".