Desde la croa hay que arrimarse a una esquina para contemplar la dimensión del castro de Leiro en toda su magnitud, pero se puede intuir que ha sido un lugar preeminente en el medio milenio que precedió al cambio de Era. Tras los trabajos resulta difícil intuir que la urbe castrexa fue arrasada por los romanos con un incendio que el carbono-14 data por el siglo I, política de tierra quemada de la invasión nada amistosa que confirma el hallazgo de una dolabra y el tesorillo con 14 monedas del Imperio.

La destrucción debió ser total; de ahí el valor de la recuperación por parte del equipo de restauración que dirige la viguesa Iria Veloso que desde el mes de agosto han recompuesto de arriba a abajo un yacimiento que está llamado a ser uno de los referentes arqueológicos más importantes de Galicia,junto al castro de A Lanzada y comparable al de Santa Tegra, en el que también intervino la Diputación.

Iria Veloso es incapaz de apostar por un elemento especial porque el trabajo que se realiza es complejo a todos los niveles, hasta crear la composición actual que trata de reflejar la última época de ocupación.

En este tiempo ha conseguido definir el conjunto, diferenciar cada una de las partes y determinar casi al cien por ciento las finalidades de cada uno de los edificios existentes, después de observar las estructuras y muros exhumados durante la excavación.

Con todo la responsable del proyecto de restauración centra su vista en la muralla de la croa que se reconstruyó piedra a piedra en la parte norte del castro y que se levanta a una altura aproximada de un metro, por unos 80 centímetros de ancho. Se han recompuesto unos 60 metros lineales de la muralla superior y otros 110 en uno de los laterales y queda pendiente de consolidar una de las partes más delicadas del muro, en la parte baja de la colina y que sostiene todo el recinto castrexo. En este caso son unos 80 metros lineales sobre una de las zonas más delicadas de la colina. Actuar en esta zona tiene riesgos de desmoronamiento por lo que precisa un estudio arquitectónico muy preciso para garantizar que no se derrumbe