Una de las personas más lúcidas en materia política a nivel europeo se llama Fernando Casal Bértoa y es de Vilagarcía. Su extenso glosario de publicaciones y colaboraciones con gobiernos de toda Europa no deja lugar a dudas. A sus 41 años descubre su visión sobre cuestiones de absoluta actualidad basadas en su experiencia y en su profundo conocimiento de la historia y la politología.

-Mirando su currículo resulta evidente que estamos hablando de una de las mentes más preclaras en materia política.

-Hay gente muy capacitada en España. Todo depende de la especialización. Obviamente en tema de financiación de partidos políticos, sí podría decir humildemente que soy uno de los mayores expertos españoles. Primero por ser miembro del grupo de expertos de la OSCE-ODIHR, en el que somos nueve integrantes en toda Europa y de los cuales solo cinco somos académicos y yo soy uno de ellos. Y después porque en abril he publicado en el Centro de Estudios Políticos e Institucionales un capítulo sobre la financiación de partidos y yo soy uno de los autores. Eso demuestra que en esta materia estoy entre la élite. En materia de partidos ya hay muchísima gente que sabe mucho más que yo. No solo en España, por ejemplo mi gran mentor Peter Mair que es a la persona que intento parecerme más. Lo que sí tengo es un gran conocimiento de muchísimos países europeos.

-¿Cómo y cuando surgió esa pasión por conocer a fondo las entrañas de la política?

-Cuando tenía 16 años fue cuando di el salto a leer. Leía mucho, pero sobre todo biografías: Napoléon, Hitler, Gandhi…. Fue ese el momento donde realmente me empieza a interesar la política desde dentro. Siempre había querido ser notario y pensé en estudiar Derecho. Decidí ir a la Universidad de Navarra a estudiar Derecho, luego preparé oposiciones a notario, pero las dejé y me fui de camarero al Reino Unido. A la vuelta en dos años me licencié en Ciencias Políticas en Salamanca. Tenía la inquietud de ser político y volví a esa pasión que ya tenía. Después tuve la suerte de la beca de Cajamadrid e hice el máster en Cracovia, y me encontré con un profesor de la Universidad de Salamanca que, en base a mi currículo, me animó a solicitar una plaza en el Instituto Universitario Europeo en Florencia. Es uno de los mejores sitios de Europa para hacer un doctorado en Ciencias Políticas. Ahí fue cuando conocí a Peter Mair, mi mentor. Es un centro que creó la Unión Europea para que gente top haga el doctorado. Está financiado por diferentes gobiernos y solo se puede acceder con una beca. Fueron cuatro años en los que descubrí realmente mi vocación. Ahora lo que me gusta es lo que hago. Investigar, asesorar… un poco estar en la sombra basado en mis estudios científicos. La distinción entre políticos y politólogos es eso. La mayoría basamos nuestras recomendaciones en base a estudios científicos.

-Su formación comprende pasar por casi todo el mundo, ¿pero en qué momento se termina la formación y empieza la profesionalización?

-En nuestro trabajo la formación nunca se termina. Las leyes están cambiando y en materia de financiación hay que estar siempre al día. Hay muchos partidos nuevos que hay que analizar metodológicamente. Los métodos también cambian cada dos por tres. Fue hace poco más de un año y medio cuando doy el salto de solo formación a formación y trabajo de manera estable cuando me nombran profesor contratado y empiezo a dar clase. No hay una distinción real entre formación y trabajo, pero ahora ya tienes la posibilidad de compartir lo que sabes.

-Empezó por estudiar Derecho en Navarra y desde entonces se volcó en una formación que le ha llevado hasta convertirse en profesor en la Universidad de Nottingham.

-Una formación continua con el intervalo de las oposiciones a notario. En materia de financiación mis estudios de Derecho son superútiles. Sobre todo desde los 26 años que fue cuando empecé en Ciencias Políticas. Primero fue una visión general, luego me especialicé en países de Europa del Este e hice la tesis sobre Polonia y más casos, hasta el punto de que cuando me contrata la Universidad de Nottingham ya es un proyecto que abarca todas las democracias europeas desde 1848. Estamos hablando de 48 países y 169 años de historia. Digamos que es un progresivo, empiezas por poquito y vas conociendo más casos, más lenguas, más métodos… Vas construyendo sobre la espalda de gigantes.

-¿Cuál es allí su labor?

-Soy investigador y docente. Soy profesor de dos asignaturas, una sobre procesos democráticos y la otra sobre partidos políticos. Después tenemos la administración, porque allí una parte importante de nuestro trabajo es ser administrador. Soy el encargado de los acuerdos de intercambio Erasmus y convenios internacionales. Y después todo mi trabajo de impacto a nivel internacional con la OSCE-ODIHR.

-Cuenta usted con muchísimas publicaciones, algunas incluso con reconocimientos importantes.

-De hecho tengo dos. Uno es el estudio sobre como la institucionalización del sistema de partidos puede ayudar a las democracias a sobrevivir. Por éste me dieron un premio de una muy buena revista politológica europea. También tengo el premio de la Asociación Española de Ciencia Política por un artículo sobre las causas de la institucionalización de los partidos en Europa del Este. Con tan mala suerte que la entrega fue en Santiago, pero no pude ir porque estaba dirigiendo la escuela de verano de partidos políticos en Nottingham. Es bonito que te premien también en tu país. Pero he escrito otros que creo que son incluso mejores y no tienen premio, pero la verdad que uno no lo hace pensando en los premios. Lo que me gusta es escribir cosas que pueden mejorar la vida de la gente. Lo último que he escrito en materia de financiación es como ciertos umbrales y sus cambios para pagar a los partidos políticos puede ayudar a la estabilidad de los partidos y, por tanto, a la consolidación democrática. Este forma parte de las pautas para la regularización de partidos de la OSCE-ODIHR, que tiene una guía y está citado allí mi artículo como una de las bases sobre la que sustentan sus recomendaciones.

-Incluso se recogen colaboraciones y asesoramientos a gobiernos de diferentes países.

-Bien por conferencias, bien por charlas, bien por trabajo de campo, me he empapado de los archivos de la biblioteca nacional de más de un país. Quitar los típicos índices con el polvo y eso como en las películas, yo eso lo he hecho. He conocido muchísimos países así y también en mi faceta de asesor de gobiernos como el de Georgia, Moldavia… He hecho muchísimo turismo académico. Menos en Mónaco, he estado por trabajo en todos los países de Europa.

-Usted diferencia entre políticos y politólogos, ¿pero sería bueno que la política se llevase a cabo por politólogos?

-No. Uno de los grandes problemas que hay en España es que la gente piensa que uno estudia Ciencia Política para ser político, pero todo lo contrario. De hecho la mayoría de los políticos en España son abogados. Creo que el politólogo debe ser un asesor y que recomiende a los políticos en sus decisiones. El politólogo debe ser independiente porque es un científico. Mi ideología no determina lo que yo recomiendo ni lo que escribo. Sin embargo un político está determinado por su propia ideología, por el partido al que pertenece y por los votantes a los que representa. El politólogo no tiene que hacer política. Tiene que estudiar la política. Esa distinción es muy importante. Pero también hay politólogos que hacen política. Por ejemplo Íñigo Errejón, Pablo Iglesias, Monedero… De hecho mucho del repunte de la politología en España ha sido gracias a figuras así. Politólogos y políticos se necesitan el uno al otro, pero tienen que estar separados.

-Su especialidad está en la financiación de partidos políticos.

-Desde 2011, la regulación de la financiación de los partidos políticos ha mejorado muchísimo. Antes eran posibles donaciones anónimas o de empresas. Ahora ya no es posible. Pero aún se necesitan importantes reformas. He escrito un informe de ODIHR que está siendo evaluado por la comisión de calidad de la democracia en el Parlamento. A ellos les planteé el año pasado nueve reformas importantes. En primer lugar creo que es necesario un sistema de financiación mixta, como el actual, con dinero privado y público, pero en el que lo que recibe un partido del Estado sea en relación a lo que es capaz de generar en materia privada, como sucede en Alemania y en Holanda. Eso hace que el partido siga teniendo conexión con sus votantes. La dependencia de los partidos de la financiación del Estado ha llegado a estar por encima del 80%. Eso hace que los partidos se acomoden y no tengan incentivos para salir a la calle. Eso ahonda en la separación, cada vez mayor, entre partidos y votantes y eso es terrible para una democracia. Otra cosa importante sería que el Tribunal de Cuentas tuviera una mayor competencia en materia de control. La regulación de las Fundaciones, eso ha sido un agujero negro en el que se han basado los partidos porque su control queda fuera del sistema de regulación y eso es una gran laguna. También condicionar la financiación a incentivar la democracia interna del partido, la participación de las mujeres, la formación de la juventud… Se necesita una renovación de los políticos. Mariano Rajoy, por ejemplo, ya era político antes de que yo naciese.

-Es inevitable referirse a la corrupción que tanto marca la política española.

-Lo primero que hay que tener en cuenta es nuestra cultura política. En un país donde copiar o no pagar impuestos está bien visto, es normal que después haya corrupción. Para luchar contra la corrupción además de leyes, control y policía necesitamos una buena educación. En Alemania o en Noruega, si tu vecino no paga impuestos y lo sabes le denuncias al fisco. Aquí solía pasar que vas a preguntarle como hace para no pagar. Es muy difícil cambiar las costumbres. Sin ir más lejos, en España se mantuvieron hasta no hace muchos años las donaciones anónimas a partidos cuando ya se habían prohibido en toda Europa. Todo lleva tiempo, pero lo que no veo es que haya un sistema educativo que vaya dirigido a cambiar esa mentalidad. Tengo un estudio que comprueba que una mayor regulación no implica una menor corrupción. Aquí por mucha regulación que tengamos, si no hay una voluntad de aplicar la ley no va a haber ningún cambio. Max Weber diría que no es una cuestión de mentalidad, sino de religión. También hay que tener en cuenta nuestro pasado autoritario. La mayoría de los países de Europa del Oeste han sido democracias desde la Primera Guerra Mundial o incluso antes. Nosotros no, hemos tenido periodos dictatoriales muy largos y muy duros. Franco aquí, Salazar en Portugal, los italianos tuvieron el fascismo... No tenemos la madurez democrática que tienen otros países. El tiempo hace muchas cosas. Hay un estudio de 2013 que dice que en 107 de los países más avanzados del mundo, en 51 de ellos los partidos políticos son la institución más corrupta que existe. Estamos hablando de países como Estados Unidos, como Reino Unido… La corrupción es un mal generalizado, pero hay determinados países en los que se lucha más contra la corrupción que en otros. Siempre ha habido corrupción en la política, siempre. Lo que pasa es que ahora, con la globalización, cualquier cosa sale a la luz. Dentro de la perspectiva de los países desarrollados, España es uno de los países más corruptos, pero si lo comparamos con México u otros países ya no somos un país tan corrupto. Es cuestión de perspectiva.

-¿A usted que le dice todo eso de la trama Gurtel, la Púnica… o nombres como el de Bárcenas?

-Aquí se ha juntado la crisis económica, que ha destrozado los sistemas económicos porque llegar a un 25% de paro es terrible. Aquí si no existiese la economía sumergida habría una guerra civil. Y con un paro juvenil de más del 30%, eso es un desastre absoluto. Esta crisis económica ha incrementado también la crisis política, que ya estaba latente. Por ejemplo, el estado de autonomías es un estado fallido que necesita reformarse. La corrupción ha existido siempre, pero como había dinero para taparla todo iba bien. Cuando saltó la crisis económica todo se fue al tacho. Tras haber vivido en tantos países me doy cuenta de que la meritocracia en España no se valora. Yo creo en la igualdad de oportunidades, pero si una persona es mejor que otra pues hay que favorecerla. Eso es lo que hace el mundo anglosajón. En mi caso yo he pasado de investigador a profesor titular en menos de dos años. En España ese proceso lleva de 5 a 10 años y mucho más a catedrático. Es una cuestión de méritos.

-¿Qué opinión le merece el actual mapa político español?

-Yo escribí un artículo en el Washington Post después de las elecciones europeas de 2015 en el que decía que el bipartidismo no estaba finiquitado. Predecía la formación de dos bloques, es decir, íbamos a dejar de tener dos grandes partidos para pasar a tener dos grandes bloques de partidos. La derecha Ciudadanos y PP, y por otro lado PSOE y Podemos. Es muy importante que estos dos bloques estructuren el sistema de partidos y que lo hagan predecible. La estabilidad del sistema de partidos tiene una gran importancia para la estabilidad de la democracia, pero no para la calidad de la democracia, porque si tienes un sistema de partidos demasiado estable tampoco es del todo bueno. Deberíamos ir hacía ahí, pero para eso necesitamos unos líderes mucho más responsables. Por ejemplo, en España no han existido gobiernos de coalición nunca desde la democratización. Y también se produce otro problema. La Unión Europea cada vez coge más competencias en materia económica y los partidos no pueden decidir muchas cosas en este sentido. Entonces lo que se produce es una convergencia de los partidos hacia el centro. Así los partidos tradicionales parecen los mismos. ¿Qué distinción hay entre unos y otros? Entonces lo que toma importancia son los temas culturales. En materia económica podemos llegar a un compromiso, pero en asuntos como el aborto no hay consenso posible. Eso obviamente polariza la sociedad y eso lleva al confrontamiento social.

-¿Y qué solución ve para el problema de la independencia de Cataluña?

-Europa no lo iba a consentir, pero Cataluña está dividida en este aspecto y la solución podría ser un referéndum en España sobre este tema. Podríamos saber el peso real de la gente que quiere la independencia de Cataluña. El problema es... ¿quién organiza ese referéndum? Por ello creo que la solución real es una reforma del estado y convertirlo realmente en un estado propiamente federal, como Estados Unidos o Alemania. ¿Por qué se llega a esta fiebre independentista ahora? CiU estaba atrapada en los casos de corrupción, el 3%, el tema Puyol... y esta es la estrategia de la cortina de humo. Cosas así ya han sucedido y hay soluciones históricas con acuerdos entre los grandes partidos. ¿Aquí porque el PP y el PSOE no se sientan juntos para sellar grandes acuerdos? La educación es esencial. Aquí cada vez que entra un gobierno se cambian leyes y así no se puede avanzar.