Amasar, levedar, moldear y hornear, cuatro infinitivos que se conjugan durante toda la Semana Santa en los hornos de O Salnés para dar cumplida respuesta a los padrinos que estos días cumplen con la tradición de obsequiar las roscas,bizcochos, huevos de chocolate o composiciones animadas de lo más espectaculares.

Heminia Castromán, gerente de la pastelería y el horno Yoli de Vilagarcía admite el enorme trasiego que supone la Semana Santa, donde no se para ni de noche ni de día.

"Cerramos la pastelería y nos vamos al horno de As Carolinas", explica con rostro fatigado, no en vano a las delicias de Semana Santa hay que sumar la actividad diaria de cualquier tahona y confitería.

"Nuestro secreto son los productos frescos y los huevos de casa. Es como lo venimos haciendo desde 1987 cuando abrimos nuestro primer establecimiento", asegura.

Este año admite que bajó en cierto modo la clientela de los roscones y bizcochos, más que nada porque "se consumen todo el año" y que los padrinos también se someten al criterio de los pequeños.

Y es que las pastelerías se convierten estos días en jugueterías espectaculares con un enorme colorido que sin duda llaman la atención de niños y mayores.

Muñecos de personajes animados como Ladybug, Gorjus, Justice o balones de los equipos favoritos, sin olvidar los clásicos de Disney se convierten en los objetos más deseados por las familias.

Es la sorpresa con la que mejor se pueden acompañar los dulces típicos de estas fiestas. Todo tipo de roscones, en algunos casos rellenos con nata o crema; la trenzada "Niza"con yema; o la exquisita larpeira serán los postres más consumidos ahora que acaba el período de ayuno y abstinencia que ordena la iglesia tras la Cuaresma.

Y con ello empieza el trabajo en el horno, un proceso muy laborioso que debe comenzar ya el día anterior. "Empezamos a hacer la masa sobre las diez de la noche y hay que esperar unas horas a que fermente para poder introducir las roscas en el horno", explica la conocida panadera vilagarciana.

En el proceso intervienen una decena de trabajadores que a partir de las seis de la mañana inician elproceso de cocción. "En cada hornada sacamos unas 40 roscas aproximadamente", pero se trata de un proceso contínuo que prosigue durante toda la mañana para poder surtir a toda la clientela, pero sobre todo para atender los numerosos encargos de los padrinos.

Y todo ello con las máximas garantías para el consumidor que un año más ha visto como lo único "congelado" que se lleva para su casa es el precio. "Hemos mantenido los 13 euros por kilo, exactamente lo mismo que el año pasado", afirma la dueña de "Yoli".

En la tarde de ayer eran numerosos los clientes que se acercaron al establecimiento para continuar con los encargos. En este caso no se trata de padrinos rezagados, ni mucho menos. Uno de estos clientes subraya que una de las cosas que más valora es la "frescura" del producto, no en vano un roscón de kilo y medio o dos kilos puede aguantar una semana en casa.

En otras panaderías de la localidad se observaba durante toda la jornada un ajetreo similar, con colas tremendas por la mañana en establecimientos como la panadería Alonso que también ofrece productos tradicionales y artesanos.

"Los clientes prefieren productos elaborados como en casa, aunque salgan algo más caros que los congelados e industriales", explica otro empleado del sector.