La humedad es quizás el gran enemigo para quienes apuesten por la viticultora ecológica, biodinámica o natural, pues es el caldo de cultivo perfecto para los hongos que producen las enfermedades más graves del viñedo. De ahí que estas modalidades se den mejor en zonas del interior de España o de Galicia debido a su clima continental. Por ello, hay más explotaciones en La Rioja, Ribera del Duero, Valdeorras o la Ribeira Sacra.

No obstante, también se puede intentar en la comarca arousana o en sus proximidades. Aunque para ello sea aconsejable tener en cuenta algunos aspectos. Julio Reboredo señala por ejemplo que las espalderas son más recomendables que las parras, puesto que la uva se beneficia de una mayor ventilación. Y también menciona la importancia de la orientación, para que el viñedo se beneficie de los vientos del norte, "que secan, deshidratan y ventilan".

En Rías Baixas, O Condado y Ulla son los terrenos más propicios para esta práctica.

Los objetivos de la viticultura ecológica, la biodinámica y la natural son similares: obtener un producto más sano, sabroso y natural, y fortalecer la planta, en vez de limitarse a protegerla. Pero el camino para alcanzar la meta difiere.

La agricultura ecológica es aquella en la que no se utilizan materiales de síntesis procesados en los laboratorios, como un buen número de los productos fitosanitarios que utiliza actualmente la viticultura convencional. A cambio, se emplean solo productos extraídos directamente del medio natural. Esto no significa que sean todos inocuos, pues se usan por ejemplo el azufre o el cobre.

Eso sí, se trata de materiales no procesados, y hay un límite de aplicaciones que no se puede superar.

En la viticultura biodinámica se combinan dos vertientes. Una más teórica, basada en los conceptos de Rüdolf Steiner, un filósofo austriaco de principios del siglo XX, sobre la influencia de los astros en los cultivos, y otra práctica, que consiste en la utilización de unos preparados biodinámicos, que parten de elementos naturales, como el sílice, determinadas plantas y hasta los excrementos de vacas, que tras un tiempo bajo tierra se "dinamizan" en agua y se pulverizan.

La viticultura biodinámica tampoco cuenta con un sello oficial, pero sí con una certificación que expide una entidad privada, Demeter, que tiene mucho prestigio a nivel mundial.

Finalmente, la agricultura natural es aquella en la que se combinan aspectos de las dos anteriores. Así, se puede tratar las plantas con cobre o azufre, pero en cantidades aún menores que en la agricultura ecológica.

Los viticultores pueden recurrir igualmente a los preparados biodinámicos y a extractos de plantas. A modo de ejemplo, se obtiene un tratamiento mediante la maceración en alcohol de hojas de eucalipto, helechos, ajos o corteza de sauce. Asimismo, para atacar el mildiu se recurre a la bardana, una variedad medicinal del cardo, y la ortiga suele estar también muy presente en las preparaciones de estos viticultores. Los extractos de ajo, por su parte, son magníficos repelentes contra los insectos.