Las "nuevas drogas", al igual que las "viejas", pueden causar la muerte, y no solo tras muchos años de consumo reiterado, sino también tras una única toma. Así lo advierte al menos Benjamín Climent Díaz, médico de la unidad de Toxicología Clínica del Hospital General Universitario de Valencia, que a finales del pasado año fue ponente en el congreso internacional sobre cannabis celebrado en Catoira.

"Muertes secundarias al consumo de este tipo de drogas hay muchas", afirma. A menudo, el fallecimiento se produce por un fallo multiorgánico o por accidente cardiovascular. Pero existe un problema a la hora de establecer una relación directa entre estas drogas y la mortalidad -o con la aparición de problemas de salud mental o fisiológica graves-, y es que las "nuevas drogas " son casi indetectables. Seguirle el rastro es una misión poco menos que reservada a los médicos forenses.

Un médico del servicio de Urgencias del Hospital do Salnés explica que "cuando no se conoce el origen de la causa de una alteración de conducta importante o de un coma se le realiza una analítica al paciente". Pero las pruebas de laboratorio que se le pueden hacer de madrugada en un centro hospitalario como el arousano a una persona que se muestra extremadamente agresiva o que ha entrado en coma, no van a encontrar rastro alguno de GDH, ketamina o "spice".

"Los reactivos químicos que utilizamos funcionan con la cocaína, el hachís o las anfetaminas, pero no son capaces de marcar esas nuevas sustancias", añade el mismo médico de O Salnés.

Benjamín Climent ya alertó en Catoira de la imposibilidad práctica de detectar estas drogas en un análisis de laboratorio convencional. "Hay cientos de sustancias distintas. Según las estadísticas, en Europa aparece una nueva cada semana. Así que es materialmente imposible disponer en todos los hospitales de los medios materiales necesarios para reconocer en el momento del ingreso del paciente la sustancia que ha provocado su intoxicación".

Los médicos tienen que trabajar por lo tanto un tanto a ciegas, y a menudo a contrarreloj. "Dado que en esos casos es imposible saber en el momento del ingreso que es lo que ha causado la intoxicación del paciente, lo que debe hacer el médico es conocer bien el manejo de cada cuadro clínico, y para eso es importante que se forme y que sepa lo que está pasando, lo que existe en la calle".

Opiáceos de gran potencia

Climent, que ha realizado un estudio sobre los efectos de las nuevas drogas en los trastornos mentales junto a los psiquiatras David Rentero Martín y Francisco Arias Horcajadas, ambos del Hospital Doce de Octubre de Madrid, se muestra muy preocupado porque empiezan a verse en Europa unos opiáceos sintéticos de gran potencia "que en Estados Unidos y Canadá están provocando una enorme mortalidad". Sobre las sustancias emergentes más frecuentes en la actualidad en España, argumenta que "las más peligrosas son las de las familias de las catinonas y las nuevas anfetaminas". Explica que se trata de moléculas de síntesis, "de las cuales se desconoce todo, y pueden provocar unos cuadros clínicos catastróficos, incluso la muerte".

Los efectos de estos productos son muy variados, y van desde los psicoestimulantes de las catinonas hasta los alucinógenos de algunos derivados de las anfetaminas.

El médico levantino apunta que muchos de estos estupefacientes son tan potencialmente peligrosos porque están a la mano de cualquier consumidor. "Por internet se venden en bolsitas como sales de baño o fertilizantes para plantas".

Por ello, opina que con independencia de regular rápidamente la prohibición de las nuevas drogas nada más ser detectadas, es primordial invertir en prevención. "Eso sería importantísimo, porque mientras haya mercado seguirán apareciendo sustancias nuevas". Entre 2008 y 2015 aparecieron 644 en Europa. Una situación que plantea por lo tanto un reto de futuro a familias, policías, políticos, sanitarios o profesores.