Cristina Plaza Otero es una profesora y periodista vilagarciana que coincidiendo con el cambio de siglo decidió encauzar su destino profesional hacia Inglaterra. Ahora, 18 años después, se ha convertido en una esposa y madre de mellizos polifacética que, además de ejercer de profesora, también ha tenido tiempo para escribir un libro para niños de gran éxito en Londres. Aquello que comenzó como su "Plane crazy" particular, con el cine como aliciente inicial, terminó por convertirse en la génesis de un sólido asentamiento en la capital británica.

-Está usted en Londres. Ya lleva toda una mayoría de edad allí, casi la mitad de su vida. La pregunta es obligada, ¿cómo le ha llevado el devenir hasta allí?

-Fue a partir de una inquietud de juventud. Siempre fui muy aventurera y se dio la circunstancia de que tenía un grupo de amigos con los que había estudiado que se habían venido a trabajar al norte de Inglaterra. Eso también influyó en mi decisión y me atreví a probar con la intención de a ver si encontraba algo de trabajo. Cuando llegué me acerqué a la universidad y me decidi a estudiar un máster de cine. Quería prácticar el inglés y me pareció una buena forma de estudiar y perfeccionar el idioma.

- Pero usted incluso tomó la decisión de irse a Inglaterra cuando ya tenía trabajo en Vilagarcía. Eso aún añade más valentía a su decisión de lanzarse al extranjero.

-Trabajaba en el departamento de Comunicación del Concello de Vilagarcía. Allí lo que hacía era traducir al inglés la información de la web municipal. Eso también me ayudó con el idioma y luego aproveché la oportunidad que se me presentaba por mis amigos y practicar el idioma. Incluso antes de estar en el ayuntamiento ya había trabajado en Atlas Galicia, la delegación de Telecinco en Santiago.

- ¿Y cómo se tomaron en casa sus ganas de conocer nuevos mundos?

-Mis padres no apoyaron el que me fuese. Me decían si estaba loca (risas) y les costó asumirlo.La verdad es que yo no me fui buscando trabajo a Inglaterra, porque eso ya lo tenía aquí. Lo afronté como algo a corto plazo. La idea era hacer el máster, volver y buscar más campo de trabajo en España. Ese era mi planteamiento. Lo que no sabía yo era que iba a conocer a mi marido en la universidad. Él estudió animacion de cine. Compartíamos el mismo edificio y así nos conocimos.

- O sea que lo tenía muy claro eso de hacer las maletas.

-No me lo pensé ni dos veces. Siempre fui muy aventurera. Mis padres son muy tradicionales y ahora, que soy madre, entiendo aún mejor que es una decisión difícil de asimilar. A ellos siempre les gustaba más que estuviese allí. Yo también soy muy familiar, pero me apetecía mucho. Sabía que la incertidumbre lo hacía un poco arriesgado, pero siempre tuve claro que si no salían las cosas bien tenía la posibilidad de volver. Allí estaban mis amigos y eso me ayudó también a tomar la decisión.

- ¿Qué tal fue su adaptación a Inglaterra?

-Me fui en el 2000 y desde que llegué lo primero que hice fue buscar trabajo. Yo había estudiado magisterio y periodismo y busqué en los colegios. Inglaterra es carísima y tuve que buscarme la vida trabajando en colegios ingleses. Me fui a las agencias de profesorado y me enviaron a diferentes colegios. Hace 18 años existía lo que se dice aquí supply y te pagan un extra muy importante por cubrir las vacantes que dejan los profesores por las bajas. Lo que yo ganaba en un día me salía prácticamente lo que ganaba en España en un mes de trabajo. Era muy tentador económicamente lo de ejercer de profesor suplente, pero no quería abandonar tampoco mi máster de cine.

- Por lo que cuenta se sintió cómoda desde un primer momento.

-La verdad es que tuve la suerte de encontrarme con gente muy amable. Era la única española y me sentí muy a gusto. Me facilitaron las cosas desde el principio. También es verdad que la adaptación es más fácil si llegas como estudiante que si lo haces con familia. Aquí los ingleses suelen trabajar para pagarse sus estudios, incluso cogen créditos y no se despilfarra el dinero para nada. Son gente muy sensata y son muy tradicionalistas en sus costumbres. Valoran a la persona por como es y no por lo que representes o la imagen que quieras dar. Son muy tolerantes y se abren a todo tipo de opiniones.

-¿No le atacó la nostalgia en ningún momento?

-Empecé a tener más nostalgia desde que me casé. Cuando acabé en 2003 en la universidad me vine a Londres y trabajé en un colegio estatal que no me gustó. No imponían disclipina y los alumnos y profesores sufrían por ello. En el 2004 empecé a trabajar en un colegio católico y desde un principio me sentí como en casa. Tanto el profesorado como los niños son encantadores por lo que aún sigo trabajando aquí en la actualidad. Es el Saint Joseph´s Catholic Primary School. Es como una familia y noto más cercanía al estilo español porque los ingleses no se consideran europeos para nada, se consideran británicos que para ellos es diferente. Siempre se acercan a mí y me dan dos besos, me abrazan, es todo muy familiar. Hay que tener en cuenta que a los ingleses les cuesta mucho entablar una conversación. No quieren ser fríos, pero les cuesta abrirse. Además tengo la suerte de vivir cerca del cole y eso también facilita las cosas porque en Londres tienes que desplazarte mucho prácticamente para cualquier cosa.

-En su caso casi se puede decir que es un placer el ir a trabajar.

-Lo disfruto mucho porque además me siento como si estuviera en España. Incluso es un colegio que me recuerda mucho al colegio San Francisco de Vilagarcía en el que estudié. Cuando llegué en 2004 en el momento que entré ya sabía que quería trabajar allí. Nunca me sentí tan cómoda en un entorno de trabajo. Además tenía la experiencia previa de haber estado durante dos años en muchos colegios y lo primero que pensé es que no me quería mover de ese colegio. Incluso surgió durante estos años la posibilidad de cambiar de centro, pero lo rechacé. Además ya nos habíamos comprado nuestra casa cerca y ni comtemplé la posibilidad de cambiar de colegio.

-¿Ve algún tipo de analogía o diferencia notable entre la forma de enseñar entre Inglaterra y España?

-Siempre he trabajado en colegios ingleses, pero tengo familiares que son maestras en España. Aquí la verdad es que los niños son muy buenos, muy educados, muy respetuosos y son muy fieles a las normas y a las costumbres. También es verdad que estoy en un colegio católico y todo es más tradicional. Los demás colegios son mucho más liberales y eso genera caos en muchas ocasiones. Además la multiculturalidad suele traer muchos problemas en la educación y en la convivencia. Donde estoy valoran mucho la disciplina en el colegio. Todos los niños llevan uniforme y de manera muy estricta. Sin gel en el pelo, sin pendientes, camisa por dentro. Son normas pero ayudan a inculcar la ética de trabajo. Se marcan unas normas muy claras y en el colegio funcionan. También es verdad que me gustaría que aprendiesen más geografía, por ejemplo. Estamos aquí muy centradas en la lengua inglesa y en las matemáticas y creo que tienen que darle más valor a los idiomas. Para ellos el aprender español, por ejemplo, es más un pasatiempo que una posibilidad de futuro y de formarse en todos los sentidos.

-Como madre española con sus hijos residentes y formados académicamente en Londres, ¿cuál es el idioma que se emplea en casa?

-Desde que nacieron Carolina y Alejandro les hablé español. Aprendieron el español muy pronto. Nunca les afectó el hecho de que hablasen español de cara a aprender el inglés. Curiosamente el año pasado fui su profesora y en el colegio les hablaba en inglés. Hablan un español perfecto, leen en español y también ven películas. No les costó aprender el inglés porque mi marido y mis suegros les hablan en inglés. Además no se le mezclan los acentos. En mi caso también hablo más español desde que fui madre.

-¿Se vive mejor en Inglaterra que en España?

-En Inglaterra realmente hay más trabajo. La economía española está muy mal, sobre todo en relación a la inglesa. En cuanto a calidad de vida hay que diferenciar entre la de un estudiante o una persona joven y la de una familia que se hace mucho más rutinaria. No hay tantas oportunidades como hay en España de salir a jugar niños con otros niños. Los días son muy cortos y partir de las tres de la tarde se hace de noche muchos días y a partir delas seis ya apenas hay niños por la calle. En Inglaterra la gente es de estar mucho en casa y apenas se convive.