La transformación de la antigua Casa da Cultura de O Esteiro en el Auditorio municipal de Vilanova parece estar gafada. A los innumerables problemas que ha tenido la obra, que han retrasado su apertura casi dos años, se ha sumado ahora otro pequeño contratiempo con el suministro de diferente equipamiento que está tratando de resolver la Diputación con la anterior concesionaria de las obras.

Este contratiempo fue analizado en la comisión de seguimiento de las obras que se celebró ayer y en la que participaron representantes de la Diputación y del Concello de Vilanova. Entre estos últimos se encontraba el alcalde, Gonzalo Durán, que, a diferencia de otras ocasiones, no quiso atacar a la Diputación ya que "existe el compromiso de que esta situación se resuelva en 15 días y confiamos en ellos". Lo que sí quiso destacar Durán es el avance que han experimentado las obras en los últimos meses, poniendo de relieve que "se ha cubierto el salón de actos, la parte más importante del auditorio, por lo que la nueva concesionaria de las obras podrá continuar trabajando en esa zona mientras aguarda a que se resuelva el contratiempo de los acopios".

La conversión de la antigua casa da cultura de O Esteiro en un auditorio municipal se inició días antes de las elecciones municipales. La obra fue diseñada por el anterior gobierno de la Diputación y consistía en una remodelación integral para modernizar el inmueble, al que se le sumaría un auditorio. El objetivo era inaugurarla a la par de la celebración del 150 aniversario de Valle-Inclán. Sin embargo, el cambio de gobierno en la administración provincial descubrió un problema que no se había contemplado en el proyecto inicial: la existencia de una línea de media tensión en las inmediaciones que se encontraba en el área de influencia de la obra. La Diputación tomó entonces la decisión de paralizarla, contra el criterio del Concello y de la empresa que estaba llevando a cabo la actuación, una decisión que tomó de forma unilateral y que encendió la cólera del alcalde. Durante meses, las obras estuvieron paralizadas, salvo unas pequeñas actuaciones para evitar que se degradase la parte construida, y se acabó rescindiendo el contrato con la anterior firma. Finalmente, las dos instituciones encontraron una solución, que pasaba por ceder la dirección de la obra al Concello y que gestionase este los 600.000 euros que restaban por invertir.