Los arousanos se enamoraron ayer de su cielo. Desde las ocho de la mañana, cuando empezaba a amanecer, no dejaron de colgar fotografías en las redes sociales para mostrar la espectacularidad de un firmamento teñido de rojo fuego gracias al sol y nubes de caprichosas formas de las que muchos pudieron disfrutar durante prácticamente una hora.

No se trata de un fenómeno paranormal, ni siquiera de algo inusual, sino que suele producirse en situaciones de estabilidad meteorológica, cuando coincide la presencia de nubes altas con un anticiclón. Y ayer se daban todas las condiciones.

Lo sucedido esta vez bien merece ser resaltado, dada la enorme repercusión que tuvo en las redes sociales durante toda la jornada.

Hay que explicar, y en Meteogalicia así lo confirma, que las nubes que protagonizaron ayer el alba en Arousa eran, sobre todo, cirros, compuestos de cristales de hielo y caracterizados por sus bandas delgadas y finas, acompañadas por los llamados copetes. A veces, como sucedió ayer, son tan extensos que virtualmente resultan indistinguibles unos de otros, formando una hoja o velo llamado cirrostratos. Y también en ocasiones, como fue el caso, se combinan con cúmulos, es decir, esas siempre llamativas nubes cuyo aspecto tiene forma de algodón.

De este modo, cuando empezó a asomar el sol sus rayos atravesaron esas nubes altas -a más de 5.000 metros- y el reflejo de la luz en los cristales de hielo tiñó el cielo de tonos anaranjados, rosas y rojos. Quizás sean más propios del ocaso estival, pero esta vez dieron la bienvenida a una soleada jornada otoñal que muchos no olvidarán y que casi todos quisieron fotografiar, tanto desde tierra firme como en el mar.