"Nos puso los pelos de punta". Así describió Fátima Abal las emociones vividas por los asistentes durante la ponencia de Mounir Baatour, presidente de la asociación Shams, que lleva tiempo luchando por la despenalización de la homosexualidad. Su intervención fue por videoconferencia, y explicó que en Túnez un hombre homosexual puede enfrentarse a una pena de hasta tres años de cárcel. Además, al recuperar la libertad, sale con antecedentes penales, lo que le dificulta mucho acceder a un trabajo.

Según explica Baatour, en el país africano basta con que alguien sospeche que una persona es gai y la denuncie, para que el sospechoso sea sometido a un examen anal. Si éste resulta positivo, la condena de cárcel es prácticamente segura. Sobre esto, una de las integrantes del Centro de Información á Muller (CIM) comarcal, Mónica Novás, apuntó que si bien en el norte de Túnez sí son mucho más abiertos y tolerantes que en el sur, "la ley al final es de carácter estatal".

Otra intervención por videoconferencia fue la del activista mexicano Enrique Torre Molina, que contó su experiencia personal. Señala que sintió desde niño que su orientación sexual era distinta a la de la mayoría, pero que aún así lo ocultó. Fue al alcanzar la juventud cuando lo contó. Fátima Abal explica que "dijo que en ese momento sintió un gran alivio, que se había quitado un peso enorme de encima".

Acudió al simposio una asociación de Ribeira interesada en abordar el poliamor, practicado por personas que desean tener relaciones afectivas con varias personas a la vez.