La Fundación Manolo Paz de Cambados ha dedicado su segundo premio al mentor del arte moderno en Galicia, el médico vigués Román Pereiro quien se codeó con artistas como Colmeiro, Laxeiro, Seoane en los años setenta o apadrinó a artistas de renombre como Berta Cáccamo o Din Matamoros entre otros. Pereiro expuso sus vivencias en uno de los marcos más abstractos que la naturaleza dibujó en Castrelo gracias a la colaboración del cambadés Manolo Paz que ayer le hizo entrega personal de la escultura con la que se premia su imprescindible trayectoria de mecenazgo. Y allí estuvo el director xeral de Cultura, Anxo Lorenzo quien destacó el papel de Pereiro cuando el "incomprendido" arte abstracto "estaba fuera de los círculos culturales de Galicia".

Así fue el propio Román Pereiro quien recordó aquellas complicadas fechas en pleno "desierto (...cultural) de la Dictadura" cuando el arte abstracto no era entendido y recibía tremendas críticas en prensa. Pero Pereiro estaba convencido del rol que correspondía a esa generación que se rebeló contra estas incipientes expresiones artísticas. Como impulsor de la exposición Atlántica -germen de toda una generación- que se celebró en los ochenta en Baiona y que fue el embrión de un círculo de autores vigueses que han traspasado las fronteras del individualismo, como también ocurrió en A Coruña con "La Galga".

El papel de Pereiro en este círculo resulta extraña si se parte de su profesión como médico. Pero hubo dos acontecimientos en su vida que le introdujeron para siempre. De una parte, su padre, médico como él quien de niño le creó su vital curiosidad y entusiasmo con el arte contemporáneo y de otra su matrimonio con Malena Lapina, hija de uno de los principales galeristas vigueses.

Así recordó que la primera muestra que visitó con su padre fue una del genial Colmeiro quien expuso su obra "en el túnel de FARO DE VIGO cuando estaba en la calle Colón" y que ya le marcó para siempre. A partir de ahí recordó una catarata de anécdotas como cuando el genial Laxeiro le expulsó "a patadas" junto a todos los niños de su clase de la sala de García Barbón donde exponía una serie de demonios dibujados en papel de estraza. "Ni el propio Laxeiro recordaba a donde han ido a parar todos aquellos dibujos que realmente eran excepcionales", rememoró.

También citó la primera exposición que organizó cuando cursaba su primer curso de Medicina en la cafetería del SEU de Santiago de Compostela, su paso por París donde estuvo en contacto con pintores y músicos de la época o el viaje a Nueva York para conocer las vanguardias americanas de tanta influencia en la época.

Su modestia fue también palpable cuando el moderador preguntó sobre su papel en el arte contemporáneo al negar que haya sido el soporte de aquellos artistas. "Yo solo fui el aglutinador de una obra que los artistas me confiaban. En aquellos tiempos ellos te lo daban todo hecho e incluso colocaban ellos su obra en las salas".