Cuando el color político del Ayuntamiento de Cambados no coincide con el de la Xunta de Galicia, la comida oficial de la Festa do Albariño se convierte en una especie de teatro en el que se representa una obra llena de intrigas políticas, en las que cada gesto, mirada o susurro cuentan. Así sucedió el domingo bajo la carpa de Torrado, con la alcaldesa Fátima Abal ignorando a la Xunta de Galicia en su discurso, y con el presidente autonómico, Alberto Núñez Feijóo haciendo lo mismo con el Concello de Cambados en el suyo. Tampoco faltaron las alusiones a la retirada de la escultura de Manuel Fraga.

Como tampoco faltaron los comentarios en voz baja sobre la supuesta falta de química en el cuatripartito, después de que el portavoz del BNG, Víctor Caamaño, prefiriese sentarse junto a otros compañeros de formación ajenos a la corporación municipal. El grupo de gobierno tenía su propia mesa, en la que se sentaron cuatro concejales -los dos de Somos, una del PSOE y José Ramón Abal, de Pode-, mientras que la alcaldesa, Fátima Abal, estaba en la mesa presidencial, y otros tres ediles no acudieron.

También había expectación sobre qué concejales pagaban la entrada y quienes tomaban la invitación protocolaria ofrecida por el Concello. Se trata de un asunto que se votó en el cuatripartito, y solo Víctor Caamaño cogió la invitación, incluyendo a los concejales del PP que asistieron. En su día, el portavoz del BNG había explicado que considera que los convites deben estar regulados claramente, y que los ediles han de tener derecho a uno como representantes electos de la sociedad y coorganizadores de la fiesta.