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Las corporaciones "del cambio" cumplen dos años acechadas por un PP al alza

El gobierno de Cambados es el más frágil de O Salnés, pero ya parece poco probable una moción de censura -El 13 de junio de 2015 empezó el fin político de Rafael Louzán

Muchos municipios gallegos vivieron tal día como hoy un pequeño terremoto político. El PP perdía feudos históricos, y su lugar era ocupado por una confluencia de izquierdas liderada en muchos casos por las jóvenes "mareas". O Salnés no fue ajeno a esta tendencia política y sociológica, con la caída de viejos reinos que se creían inexpugnables, como Cambados, Sanxenxo o Ribadumia.

Aquel 13 de junio marcó el comienzo de un periodo de cambios profundos, pero dos años después, y cuando los nuevos gobiernos han llegado al ecuador de sus mandatos, la transformación no ha sido tan radical como llegó a suponerse y las aguas han vuelto de algún modo a su cauce en municipios como Pontecesures o Sanxenxo, donde el PP vuelve a ser el inquilino de la Alcaldía. En otros, como Cambados, el partido conservador se mantiene al acecho, alentado también por los buenos resultados que el PP obtendría meses después tanto en las elecciones gallegas como en las Generales.

De algún modo, el ambiente de cambio flotaba en el aire en aquella primavera de 2015. En O Salnés, las elecciones de las cofradías de pescadores demostraron un año antes que había cierto cansancio hacia quienes las habían pilotado desde hacía ya tiempo, y que de algún modo habían sido vinculados al PP. Además, el efecto de la corrupción y la crisis económica y los recortes del Gobierno de Mariano Rajoy parecían una losa de consecuencias impredecibles para el PP.

Cambados y Ribadumia fueron de algún modo los ejemplos más paradigmáticos de esos nuevos aires. En el primer municipio, Luis Aragunde (PP) se quedó en 8 concejales, y los 400 votos que obtuvo José Ramón Abal desequilibraron la balanza a favor de la izquierda, que había conseguido otros 8.

Abal obtuvo el respaldo electoral suficiente para sacar un acta de concejal, pese a jugar con la mala prensa de su huida de un control de la Guardia Civil de Tráfico y de los ataques de una parte de la izquierda, que le acusaban de querer engañar a los vecinos con el nombre de su partido (Cambados Pode), pero que más tarde le aceptarían como compañero de viaje. Y es que tras una negociación muy trabada le dio la Alcaldía a la socialista Fátima Abal.

El pleno de Cambados de aquel 13 de junio fue uno de los momentos más representativos de la política local en lo que va de década: el rostro de funeral de Aragunde; Fátima Abal llevándose las manos a la cabeza; las palmadas en la espalda a José Ramón Abal, también serio; y la euforia de algunos militantes de la izquierda, algunos de los cuales hasta dejaron para la posteridad algún corte de manga.

Dos años después, Cambados es sobre el papel el municipio de O Salnés más susceptible de que se produzca un vuelco como los de Sanxenxo o Pontecesures, aunque en la práctica es muy poco probable que José Ramón Abal se anime ya a dar el paso de salir de su zona "de confort". Además, podría resultarle difícil justificarse ante los ciudadanos por haber dejado pasar tanto tiempo y por los desencuentros con el PP por la Ciudad Europea del Vino.

Aunque temblores los hubo, relacionados siempre con los egos derivados de las competencias de cada uno: el primero fue por el anuncio de la peatonalización de la plaza de Fefiñáns durante cuatro días en Semana Santa; y otro por el anuncio por sorpresa de una comisión municipal que después tardó casi seis meses en convocarse.

Ribadumia

El gobierno de Ribadumia parece más sólido. La diferencia de peso político entre el grupo del alcalde (el independiente David Castro) y sus socios es mucho mayor en Ribadumia, y, por otra parte, ni el edil del PSOE ni el de Somos Ribadumia podrían a esta altura del partido ponerse del lado de la destronada Salomé Peña (PP).

El cambio de Ribadumia fue también muy simbólico porque marcó el comienzo del fin político de Rafael Louzán. El hoy presidente de la Federación Galega de Fútbol perdería poco después la Diputación, tras lanzar un anzuelo poco creíble varias veces al BNG. Louzán ya ha dejado también la corporación municipal, y en los últimos meses se vio implicado en un proceso judicial.

Mientras, las cosas siguen igual (o prácticamente) en Vilanova, A Illa, Catoira, Valga, Meaño y Meis, aunque en estos dos últimos municipios faltó apenas un suspiro para que también mordiesen el polvo los dos candidatos populares, Lourdes Ucha y José Luis Pérez.

En Vilanova, Gonzalo Durán ganó con holgura, pero el PSOE creció espectacularmente tras unos años en que parecía casi desahuciado. En A Illa, los socialistas se recompusieron del susto de 2011 (cuando el PP estuvo a punto de arrebatarle la Alcaldía y de hecho tuvo más votos), y recuperó la mayoría absoluta, aunque el barco lo guía ahora Carlos Iglesias y no Manuel Vázquez.

Tampoco ha habido cambios en Catoira o Valga, donde siguen gobernando Alberto García (PSOE) y José María Bello Maneiro (PP).

Donde los gobiernos "del cambio" no pudieron cuajar fue en Pontecesures y Sanxenxo. En ambos casos, los ejecutivos se rompieron, y el PP recuperó las Alcaldías que ya había tenido en el pasado.

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