En la parroquia catoirense de Dimo se vivió ayer un día de fiesta grande; una de esas jornadas que mezclan religión con folclore y que sirven para reverdecer sensaciones entre los ciudadanos de más edad. Al igual que se trata de una experiencia que los jóvenes deberían aprender a disfrutar y que los niños que han tenido la fortuna de vivir probablemente no olvidarán. Se trata de la romería de San Cibrán, una cita que huele a rosquillas de las de antes, pulpo á feira, garrapiñada e incienso desarrollada en uno de los muchos marcos incomparables de los que puede presumir el municipio vikingo.

Desde hace una semana varias familias habían marcado ya las mesas y bancos de piedra en los que ayer iban a comer. Los habían reservado para que nadie les privara de la oportunidad de disfrutar de la jornada a la sombra de los robles más frondosos. Y los que no fueron previsores y no reservaron sitio, madrugaron para cogerlo o bien acudieron ya con las mesas y sillas plegables desde casa, trasladadas en el maletero e incluso en el remolque de algunos vehículos, dependiendo del número de comensales.

Ya fuera por la necesidad de preparar las mesas, y sobre todo porque había que poner a punto los puestos de velas, exvotos, rosquillas, juguetes, chorizos, mieles, licores, vino, churrasco, pulpo y demás productos, la actividad en la Carballeira de San Cibrán fue intensa desde las seis de la mañana.

Aunque resultó especialmente notoria a partir de las ocho, cuando comenzaban las misas, que se repetirían cada hora, en la pequeña y entrañable ermita que rinde culto al santo.

Vecinos de Catoira, Cambados, Rianxo, Caldas, Vilagarcía, Pontecesures, Valga y Padrón, por citar solo algunos ejemplos, contribuyeron a engrandecer la figura de esta romería campestre que antaño fue una de las más populares de Galicia y que ahora algunos tratan de recuperar y potenciar, tanto desde la comisión organizadora como personas a título individual que se confiesan "enamoradas" de este espacio natural y esta tradición, por lo que llevan años "bombardeando" en las redes sociales cada vez que se acerca la fecha para tratar de "invitar" al mayor número de amigos posible.

Lo cierto es que, para satisfacción de unos y otros, la romería parece resurgir de sus cenizas, de ahí que todos disfrutaran de una apacible jornada bajo los robles de San Cibrán, al lado de la capilla, a los pies del crucero de piedra y a orillas de los riachuelos que refrescan este enclave al que llegaron tanto en coche como en moto, a pie, en bicicleta y a caballo.

Entre misa y misa, como también en el almuerzo, durante el disfrute de la Carballeira de San Cibrán y de la comida en familia o con amigos, la fiesta se aderezó con variadas actuaciones musicales y folclóricas, pues para la ocasión se habían contratado los servicios del grupo Pandereteiras do Batán, de la formación juvenil El Tomasón, la charanga Tanto nos Ten y del grupo de gaitas Brisas do Ulla.

Al final la jornada resultó tan importante como estaba previsto y volvió a situar a la Carballeira de San Cibrán en el lugar que le corresponde en el calendario de romerías de Galicia. Y lo mejor de todo es que tiene potencial suficiente para seguir creciendo.