La Diputación de Pontevedra saca pecho con su escuela de canteros, situada en Poio. Si esta misma semana, la presidenta provincial, Carmela Silva, anunciaba que dos de los alumnos del centro viajarán a Estados Unidos para trabajar en la rehabilitación del Capitolio de Washington durante tres años, ayer hizo una parada en Cambados para inaugurar la exposición de 17 esculturas de piedra que adornarán hasta el 30 de junio próximo el paseo marítimo de la localidad.
Además, Silva firmó con la alcaldesa, Fátima Abal, la cesión de un conjunto escultórico en granito que se colocará en el patio interior del Museo do Viño. Se trata de la recreación de una pequeña bodega, compuesta de un lagar, unas botellas y unas cajas. Las piezas estarán justo a la entrada de la finca que conduce al Museo do Viño, y no interferirán visualmente con el conjunto de Manolo Paz, "O Loureiro".
Cinco canteros de la escuela de Poio -un profesor y cuatro alumnos- estuvieron ayer trabajando en vivo delante del Ayuntamiento en la elaboración de estas piezas. Y está previsto que a lo largo de la jornada de hoy terminen el trabajo, para que se pueda instalar la composición en el exterior del museo durante la mañana del sábado.
Carmela Silva plantea que el objetivo de hacer estas obras en vivo es que los visitantes no solo disfruten de las obras del paseo marítimo, sino también que conozcan personalmente cómo es el trabajo de un cantero, paso a paso.
Ambas actividades forman parte del convenio de colaboración firmado en su día entre la Diputación de Pontevedra y el Ayuntamiento de Cambados con motivo de la Ciudad Europea del Vino. La presidenta de la Diputación subrayó las potencialidades de la villa para el turismo, y el destacado papel que el sector del vino puede jugar en ese futuro. Abal, por su parte, agradeció el apoyo provincial a las actividades del nombramiento.
En lo que respecta a la exposición, es de piezas figurativas humanas. Las más grandes pueden llegar a pesar 1.000 kilos y hay dos grandes bloques temáticos: los oficios tradicionales y la emigración. En este sentido, una de las obra recrea la dramática fotografía de José Ferrol, en la que se ve a un padre y a un hijo llorando en un puerto.