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Comicios con "tongo" en el Cambados de los años treinta

El gobernador civil estableció que Cambados, Fefiñáns y Santo Tomé medía lo mismo y tenía igual número de habitantes

Una cabina electoral en Cambados para las pasadas elecciones al Congreso y Senado. // Noé Parga

Al margen de esta consecuencia histórica, extraordinariamente reciente, existía una larguísima tradición en España de inmiscuirse el gobierno central a través de los gobernadores en las elecciones municipales, con la sencilla aspiración de que triunfasen los del gobierno de turno, bien fueran liberales como conservadores.

Ante las próximas elecciones municipales de abril de 1931, que cambiarán el rumbo de la historia con el nacimiento de la Segunda República Española, la situación política de Cambados ha sido claramente descrita por el historiador Jacobo Domínguez Pedreira a través de su libro "Un pobo deitado ó sol a beira do mar. A Segunda República en Cambados", según el cual no existía un Partido Socialista como tal, que pudiera presentar candidatos, y "la existencia de un grupo republicano previo a la propia proclamación de la República, parece poco probable", por lo que teóricamente era extremadamente difícil evitar que en las elecciones municipales triunfaran los conservadores que eran quienes detentaban el poder.

Ante esta situación, en el periódico "El Progreso", aparece una crónica firmada por "F", sin más, con el título de: "Caciquismo inaudito. Para el señor ministro de la Gobernación. Como se preparan las elecciones en Cambados", en la que atacaba a la vez, al alcalde de Cambados, al gobernador y al ministro de la Gobernación.

Después de atacar al reciente régimen de Primo de Rivera, dice entre otras cosas que:"El buen alcalde de Cambados, sin respeto a la opinión y sin respeto también a las advertencias del Gobierno, recorre un día y otro las parroquias del municipio, acompañado de una cohorte de empleados a sus órdenes, coaccionando a los electores, a muchos de los cuales obliga a firmar, no sabemos que clase de compromisos, e invocando para ello supuestos mandatos de la superioridad.

Es más, en algún manifiesto por él inspirado y firmado por sus propios familiares, llega a decirse que determinada candidatura, de la que él forma parte cuenta "con la decidida y eficaz protección oficial".

En este ataque, que forma parte de la lucha electoral de aquellos años, no se aprecia ni más ni menos que algo parecido a lo que ocurría en los años anteriores a 1923, cuando en todas las elecciones a diputados para el Congreso, se llegaba incluso a meter en los tribunales a ciertos alcaldes que no obedecían las indicaciones del gobernador, acusándoles para ello de las cosas más triviales, sin ningún fundamento. Con todo, los índices que pudiéramos llamar de "caciquismo" era infinitamente menores que en dichos años previos a la Dictadura de Primo de Rivera.

El fondo de la cuestión, que al parecer podría alterar el resultado de las elecciones municipales, era el cambio en el número de concejales que correspondía a cada distrito o parroquia. Y era lo que exponía al final del artículo el autor de la crónica:

"El Ayuntamiento de Cambados acordó que fuesen quince los concejales a elegir ahora, uno más de los que tenía antes. Tres son los distritos de la villa. Santo Tomé, Fefiñanes y Cambados, casi iguales los tres en extensión, en electores y en vecinos, - y por el primero - hasta 1923, se venían eligiendo cuatro concejales, y cinco por cada uno de los dos restantes".

El cronista estaba de acuerdo en que el nuevo concejal que se le adjudicaba a Cambados, se le diese como representante del distrito de Santo Tomé, con lo cual los tres tendrían igual número de concejales, "pero el Municipio acordó asignar siete concejales a Santo Tomé - que antes tenía cuatro -, suprimiendo uno en Fefiñanes y otro en Cambados".

Como final del artículo, el cronista defendía al gobernador civil de la provincia, diciendo que por su parte debía de tratarse de "un error lamentable en la persona de las condiciones del señor Campuzano".

Efectivamente, el gobernador civil de la provincia, Fernando Campuzano, había autorizado que el número de concejales de Cambados pasara de 14 a 15 de acuerdo con el Boletín Oficial de la Provincia de Pontevedra de 30 de marzo de 1931, aumento en el que estaban todos de acuerdo. Era en la distribución donde surgían las diferencias de opinión. El ya citado historiador cambadés señala que el alcalde "mantenía estrechas relaciones con los electores de ese barrio", haciéndose eco de la nota que sobre esto salió en el periódico "El Pueblo Gallego". Esto explicaría el aumento de concejales de Santo Tomé.

Distribución parroquial

El gobernador confirmaba la decisión del Ayuntamiento de Cambados sobre la distribución de concejales, "apoyándose en el Real Decreto de 5 de noviembre de 1890" según el cual era posible el reparto basándose en que el distrito de Santo Tomé excedía en dicho momento de los tres mil habitantes, mientras que los de Fefiñáns y Cambados no pasaban de dos mil doscientos.

El día 9 de abril, aparecía otra crónica en "El Progreso," con el título de "Como se preparan las elecciones en Cambados", en la que decía que dicho número de habitantes de cada uno de los distritos en que se basaba el gobernador no era verdad, ya que los datos habían sido dado por el alcalde, pero ni el jefe de Estadística ni el secretario municipal habían dado certificado alguno sobre el número de habitantes.

Aunque admitía que el número de electores era de 377 para Santo Tomé; de 375 para Cambados y 398 para Fefiñáns, señalaba "que eran casi iguales" y que también el número de habitantes era casi igual, basándose en que el artículo 34 de la Ley Municipal ordenaba que "los distritos en que se divida cada término municipal, sean aproximadamente iguales en número de habitantes", y que el artículo 43 de la misma Ley ordenaba que el número de concejales dependía del número de electores.

En el fondo, todo dependía de que los datos ofrecidos por el gobernador fueran o no ciertos, ya que si efectivamente los habitantes de Santo Tomé eran del orden de los 3.000 y los otros dos, de solo 2.200, lógicamente el número de electores y de concejales debía ser superior para Santo Tomé, que para Cambados y Fefiñanes, mientras que si eran sensiblemente iguales, la cifra de 5 concejales por cada distrito sería lo normal.

De cualquier forma, el denunciante añadía que el decreto de 1890 en el que se basaba el gobernador, estaba derogado por dos leyes posteriores: una de 1907 según la cual dicha distribución por número de habitantes solo regía para las elecciones a diputados provinciales, y otra de 1909 que "mandaba observar la Ley Municipal en toda su pureza derogando expresamente toda disposición que tendiese a interpretarla o modificarla", texto un tanto confuso para aquel momento.

Falta de seriedad

En algo tenía razón el cronista de "El Progreso": la tradicional falta de seriedad en las elecciones de todo tipo que se habían realizado en España tanto nacionales como provinciales o municipales. De hecho, siempre salían los que estaban en la órbita del gobernador de la provincia, pero no es menos cierto que el modo en que se nombraron las corporaciones municipales en gran parte de Galicia con el inicio de la República, se hizo en base a las personas cercanas a la ORGA y en menor medida al Partido Socialista, tras nombrar una gestora por el gobernador y nuevas elecciones.

Es difícil creer que en las elecciones del 12 de abril de 1931 de Cambados salieran diez concejales conservadores y cinco pertenecientes a los "monárquicos indeterminados", de acuerdo con los datos del ya citado historiador, Domínguez Pedreira, y en las elecciones que por orden gubernativa se repitieron en Cambados - junto a otros 45 municipios de Pontevedra - salieran nueve concejales republicanos y seis socialistas.

¿Pudo todo un pueblo cambiar de bando en unas elecciones municipales, pasando de elegir a todos los concejales de las derechas, y en menos de dos meses votar totalmente a concejales calificados como de "izquierda" en aquellos días? Era pasar radicalmente de opinión electoral, de un extremo a otro, y esto es muy difícil de entender, incluso acercándonos al pensamiento de aquel momento.

Incluso se extrañó del cambio, el maestro y periodista, Antonio Caamaño Bournacell, -hermano del futuro cronista de Cambados, José Caamaño Bournacell,- que en medio de ambas elecciones municipales, las de abril y mayo, escribió que "aquellos que hace unos días impregnados aún su espíritu del microbio caciquil nos miraban dentro de la vida pueblerina con marcado recelo por sabernos republicanos afiliados, hoy deseando conservar el equilibrio político, hacen una nueva pirueta y se sienten lavados de sus cargos dándose el nombre de republicanos, como si toda su vida no amamantase otros ideales".

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