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Olga Costa: "En materia de bienestar animal todos los políticos son iguales"

"Lo importante no es recoger a todos los perros abandonados, si no tener bien a los que recoges"

Olga Costa con "Quillo", un perro que fue recogido de la CAAN. // Iñaki Abella

El Refugio de Cambados cumplió a finales de abril 18 años desde su nacimiento como asociación protectora de animales. Las cosas han cambiado mucho en estas casi dos décadas. Pero lo que sigue igual es la figura de Olga Costa, catalizadora del trabajo de docenas de voluntarios y colaboradores, y persona incansable que, como ella admite no sin un atisbo de tristeza, ha sacrificado mucho de su vida personal para hacérsela más sencilla a los perros abandonados o maltratados. Una cambadesa de 46 años a la que siempre le gustaron los animales, pero que en su juventud no quiso estudiar Veterinaria porque le daba aprensión la sangre. Pero las ganas de ayudar terminaron siendo más fuertes que aquel recelo.

-¿Cómo era la situación en Cambados hace 18 años en relación con el abandono de los perros?

-Cambados hace 18 años era una locura. Había perros abandonados por todas partes. La primera camada que se recogió estaba en el campo de fútbol de A Mercede, debajo de unas gradas y la gente iba allí a alimentarlos. En nuestras instalaciones entraban más perros de los que dábamos en adopción. Teníamos tanta masificación de animales que se mataban entre ellos.

-Fueron unos inicios difíciles.

-Muy difíciles. Al principio estaba yo completamente sola, y compatibilizar el Refugio con el trabajo y la familia se me hacía muy complicado. A lo largo de estos años hubo varios momentos en los que pensé en tirar la toalla. La primera vez fue cuando nos entraban por la noche en la perrera para hacer daño. Y la segunda fue cuando me quemaron el coche. En ese momento pensé en dejarlo porque tenía dos niñas pequeñas y no sabía que hacer. Pero continué, y pasado el tiempo creo que fue la decisión más acertada.

-Al principio, la expresión que se utilizaba era "perrera". Y ahora es un "refugio". ¿Qué pasó para que se produjese ese cambio?

-Fue una sucesión de muchas cosas, una transición. En mi caso empecé a prepararme hablando con otras Protectoras de España, y con el tiempo llegamos a la conclusión de que no por recoger más perros de la calle los iba a tener mejor. Hubo un momento a partir del cual consideramos que era mejor tener los animales justos y bien, que tener muchos y acabar enterrándolos. Hace unos meses vino a ver el Refugio personal de la Consellería de Medio Ambiente, y se sorprendieron de que tuviésemos un perro por canil. Y les expliqué que lo importante no es recoger a todos los perros, sino tener bien a los que recoges.

-¿Por qué cuestionan ahora el funcionamiento de la CAAN (el centro provincial de recogida de perros abandonados que la Diputación tiene en Meis)?

-Porque lo que está pasando en la CAAN lo viví yo hace 18 años en Cambados. Cuando una hembra estaba en celo, los machos se mataban entre ellos y era imposible separarlos. Es absurdo pensar que se puede camuflar el celo de una hembra con el olor de lavanda. Estamos en el siglo XXI y tenemos que avanzar en la protección animal, no limitarnos a sacar un problema de la calle.

-Ya ha conocido gobiernos de varios colores políticos en el Concello, la Diputación y la Xunta. ¿Son iguales todos los políticos en materia de bienestar animal?

-Son iguales. No hay color político, hay personas. En el caso de la Diputación, por ejemplo, no hubo cambio alguno en lo referente a la CAAN. Sí hay implicación a nivel personal de algunos políticos, pero no están representando la voz de sus partidos. La mayoría de los políticos lo que quieren es que se le quite de la calle el problema de los perros abandonados. Y eso no es así. ¿Por qué en Europa los Partidos Verdes funcionan y en España no?

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