No es la primera vez que un ensayo sobre especies marinas acaba convirtiéndose en un fiasco por la acción de los furtivos.

Cabe recordar en este sentido el robo de rodaballos de una piscifactoría y que fueron descubiertos porque el furtivo los ofreció a un restaurante de la comarca. En aquella ocasión el Seprona pudo cursar la pertinente denuncia ya que los peces incautados todavía contaban con el microchip identificador, que fue lo que también alertó al hostelero.

También se registró una sustracción de vieiras que estaban sometidas a un control experimental en el Cima de Corón hace unos meses. Cabe recordar el escaso valor comercial que también tendrían las pocas piezas que se llevaron del acuario en el que se realizaba el proyecto sobre las toxinas.

En el caso de los mil berberechos sustraidos en la batea de Cambados el daño comercial es escaso. "Apenas les daría para un arroz" pero la investigación retrocede dos años, subraya Fuentes.

Aunque la investigación se ha frenado los principales afectados serán los mariscadores pues se prolonga en el tiempo la solución contra el devastador parásito.