Sandra González, madre de una niña de cuatro años, dice que no quiere que acuda al comedor estos días "porque no estoy dispuesta a poner en riesgo su salud". Avanza que "la ANPA y los padres vamos a seguir luchando", y se queja de que la decisión "fue unilateral. Nunca nos explicaron lo que querían hacer. Se limitaron a avisarnos con una nota en la mochila".

Sandra González incluso asegura que su hija "llegó a decirme que le pinchan mucha comida en el tenedor y que no le entra en la boca". Por ello, recuerda que "son niños, y entre que hablan un poco y mastican despacio les lleva su tiempo".

Otra madre, Raquel del Oro, es profesora en un centro que también tiene comedor, "pero en el nuestro hay dos turnos, de 45 minutos cada uno". Sentada con los demás padres y alumnos en el bordillo de la acera, manifiesta que "esto no es un ataque contra nadie, lo único que pedimos es que se busque una solución por el bien de los niños". "Ya sabemos que en un comedor escolar los tiempos siempre son limitados, pero lo que no puede ser es comer estresado mirando el reloj. Eso ya no es bueno para un adulto, cuanto más para un niño. Hasta puede ser peligroso para ellos si se atragantan". La ANPA solicitó a primera hora de la mañana de ayer permiso a la dirección para que un miembro suyo entrase en el comedor y viese como discurría el servicio, pero no les contestaron.

Finalmente, el conselleiro de Educación, Román Rodríguez, apeló "a la conciliación y la convivencia". En declaraciones públicas, dijo que tienen de 25 a 30 minutos para comer.