A estas alturas ya nadie puede dudar de los graves perjuicios que causan los pescadores que extraen producto en veda, y que no solo son una amenaza para los recursos, sino también para los profesionales del mar que sí se ajustan a las normas.

Prueba de que el furtivismo o la pesca ilegal persisten, y de que están especialmente activos en el caso del centollo en vísperas del comienzo de cada campaña extractiva, es que los últimos operativos de Gardacostas han servido para recuperar ya los primeros lotes de crustáceo.

El sábado pasado, sin ir más lejos, Gardacostas intervenía en Bueu y recuperaba 900 metros de miños calados en zona prohibida y sin identificar. Además de recuperar esas redes, especialmente indicadas para la captura del centollo, los funcionarios de la Consellería do Mar se incautaron de 18 kilos de crustáceo, junto con dos de nécora, siete de raya y treinta de pulpo.