El grovense Miguel Otero, que hace días se convirtió en mejor jefe de sala, representando a las islas Canarias, empezó a trabajar en el sector de la hostelería en un local tan clásico en la villa meca como la taberna Lavandeiro. Fue cuando era solo un adolescente, en los años ochenta. Tras aquella primera experiencia pasó a formar parte de la plantilla de otro conocido negocio de la villa, el hotel Serantes,

Y así hasta que se fue a la mili y se instaló en Tenerife, donde comenzó a labrarse una brillante trayectoria hasta convertirse en uno de los profesionales mejor valorados de las islas.