El último operativo llevado a cabo por Gardacostas de Galicia en aguas de O Grove, el martes, dejó al descubierto un sinfín de irregularidades en el manejo de las artes y aparejos de pesca. En la misma intervención se localizaron y decomisaron nasas caladas en zonas prohibidas, fuera del horario permitido y repletas de producto que ni siquiera daba la talla, además de redes sin identificar en zonas donde constituyen una amenaza para los bañistas y pescan sin descanso ni control.

Esto demuestra que la lucha de Gardacostas de Galicia contra el furtivismo es constante, aunque siempre resulte insuficiente, porque esta práctica no cesa.

Como tampoco se detiene la pesca ilegal o lo que se conoce, por contradictorio que parezca, como "furtivismo legal", es decir, el que practican los pescadores o mariscadores que amparándose en sus permisos de explotación o en el despacho de sus barcos incumplen las normas y faenan sin respetar cupos, horarios ni tallas.

La acción del "furtivo legal" sigue siendo, no cabe duda, una de las grandes amenazas para el medio marino, y evidentemente también para la subsistencia de aquellos que viven del mar cumpliendo las normas.

Lo sucedido en O Grove el martes es solo un ejemplo de lo que sucede a diario en las rías gallegas, donde la pesca ilegal y/o el furtivismo, cabe insistir, constituyen una auténtica lacra.

Abundando en la misión desplegada en aguas grovenses por la unidad operativa de Gardacostas en Vilaxoán (Vilagarcía), puede decirse que los funcionarios dependientes de la Consellería do Mar actuaron en Punta Colmado, Punta Corbeiro, Punta Faxilda y la bahía de la playa de A Lanzada.

Tras inspeccionar la zona por aire y por mar se descubrieron 306 nasas de pulpo que estaban caladas en zona prohibida, sin balizar y sin identificar, a lo que se sumaba el hecho de que su presencia en el agua no respetaba el horario de trabajo establecido.

En el interior de esas nasas ilegales había 290 kilogramos de pulpo con un peso de menos de un kilo, es decir, con una talla inferior a la permitida, lo que constituye un agravante considerable y preocupante.

Por si fuera poco, ese mismo operativo de Gardacostas permitió descubrir que a lo largo de la playa de A Lanzada, y dentro de una zona reservada para los bañistas -lo cual da una idea de su proximidad a la orilla-, los funcionarios de la Consellería do Mar con base en Vilagarcía se incautaron de catorce piezas de miños, una red que suele emplearse para la pesca del centollo, actualmente en veda.

En este caso hay que resaltar que esos aparejos ilegales no solo contribuían a esquilmar la zona, sino que representaban un peligro muy importante para los bañistas, surfistas, buzos y demás usuarios de la playa de A Lanzada, por lo que puede concluirse que además de una amenaza para el medio marino aquellas redes lo eran también para el ser humano.

En resumen, que la actividad ilícita de pescadores y mariscadores continúa a pesar del intenso trabajo desplegado por Gardacostas, Policía Autonómica y otros departamentos o servicios. Cabría preguntarse por tanto qué quedaría de la riqueza de las rías a estas alturas si no se ejerciera esa presión contra los ilegales.