Vilagarcía da un nuevo paso en materia de seguridad vial con la instalación, en la Avenida de la Marina, de farolas inteligentes que permiten regular la intensidad de la luz en función de si hay o no peatones dispuestos a cruzar el paso de cebra. Operarios municipales acometieron ayer las obras de instalación de dos de estos dispositivos, uno en cada margen de la calzada, en el paso de peatones ubicado frente al Auditorio Municipal. Las farolas llevan incorporado un sensor que permite detectar el movimiento de personas cuando estas se acercan al paso de cebra, incrementando en ese momento la intensidad lumínica para facilitar que los conductores perciban a los viandantes y evitar así atropellos. En los momentos en los que no detecta la presencia de personas, el nivel de luminosidad se reduce, contribuyendo de esta forma también al ahorro energético.

Es un sistema pensado, fundamentalmente, para la noche, cuando la falta de iluminación puede llegar a motivar accidentes en los pasos de peatones. Y es que la luz que emiten algunas farolas convencionales emplazadas en zonas en las que confluyen el tránsito de viandantes y la circulación de vehículos dista mucho de ser la adecuada, tanto en Vilagarcía como en la mayor parte de ciudades y villas.

El concejal de Obras, Lino Mouriño, explica que estas dos farolas inteligentes se colocaron en la Marina a modo de "prueba". El Concello valorará en los próximos meses el funcionamiento de estos dispositivos inteligentes y su eficacia a la hora de evitar atropellos en pasos de peatones. En función del resultado, el gobierno municipal valorará la posibilidad de adquirir más farolas del mismo modelo para extender su instalación a otras zonas del municipio, especialmente a aquellas consideradas más conflictivas en materia de seguridad vial. No en vano, Vilagarcía alcanzó hace años el triste récord de atropellos, incluso con víctimas mortales. El pico más alto se registró en 2008, con 36 casos que se saldaron con cinco peatones fallecidos. Esas alarmantes cifras llevaron al Concello a adoptar medidas como instar badenes, elevar buena parte de los pasos de cebra del centro urbano y de zonas rurales transitadas o la colocación en varios semáforos de cámaras foto-rojo, dispositivos caídos en desgracia tras el fallo del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 3 de Pontevedra que el pasado mes de julio anuló la multa impuesta a un conductor por saltarse en rojo un semáforo de la calle Rosalía de Castro. Esta sentencia incidía en que los foto-rojos de Vilagarcía no habían pasado ningún control metrólogico y en que las imágenes captadas por la cámara no demostraban la infracción ni permitían discernir si el vehículo había tenido tiempo de frenar en condiciones de seguridad entre la fase ámbar y la roja.

Polémicos foto-rojos

El fallo judicial forzó al gobierno socialista a anular la tramitación de denuncias por infracciones captadas por los foto-rojos ante la posibilidad de que se produjese un aluvión de demandas con el consiguiente coste económico para el Ayuntamiento, al tener que devolver el dinero de las sanciones con intereses y asumir también las costas judiciales. El alcalde Alberto Varela defendió siempre la "efectividad" de estos dispositivos a la hora de "salvar vidas", recordando que en 2010 -con las cámaras ya colocadas- los atropellos en Vilagarcía se redujeron a dos frente a los 36 registrados dos años antes. Negó, además, que existiese afán recaudatorio e incidió en el efecto "disuasorio" de los foto-rojo reflejado en el descenso del número de denuncias con el paso de los años. Si en 2010 la Policía Local interpuso 3.884 sanciones, 2015 se cerró con 1.265 sanciones.