Una quincena de niños de entre ocho y doce años participaron ayer en una actividad de avistamiento de aves organizado por la técnico cultural de Cambados, María Vázquez. Son miembros de la "Biblioteca viaxeira" -una iniciativa lúdica y educativa de la biblioteca municipal Luís Rei- e hicieron de guías dos monitores de la delegación de Pontevedra de la Sociedad Española de Ornitología.

El punto de encuentro fue una explanada situada junto al puente de Castrelo, donde comienza la desembocadura del río Umia. Lugar en el que finalizó, precisamente, la última excursión de avistamiento de aves organizada por la biblioteca. En aquella ocasión tuvo lugar en 2014, y había partido desde el monte de A Pastora. De ahí que, en esta ocasión, se optase por salir del punto donde entonces se había terminado.

Los niños, que tenían a su disposición prismáticos y telescopios, recorrieron tanto una zona de monte como las marismas, lo que les permitió conocer dos ecosistemas muy distintos: uno forestal y más urbanizado -es donde se encuentra la finca del escultor Manolo Paz- y otro más agreste y solitario. En el primero, los niños pudieron avistar desde golondrinas a palomas, pasando por petirrojos, mientras que en la segunda había gran cantidad de gaviotas, pero también cormoranes, garcetas o patos. "Son aves que en muchos casos emigrarán en breve", explica María Vázquez.

Pero no siempre es posible ver las aves. Y los monitores de la Sociedad Española de Ornitología explicaron a los niños que si eso ocurre tampoco hay que preocuparse, puesto que a menudo se pueden reconocer por su canto. De hecho, añade la técnico cultural del Concello de Cambados, cada participante en la actividad llevaba consigo un cuaderno de campo, en el que anotaban no solo las aves que habían visto, sino también las que no habían conseguido avistar, "pero que sí escucharon".

La visita pretende inculcar el respeto hacia el medio ambiente, y durante la misma los niños también recibieron nociones sobre lo que son las especies invasoras (en este caso vegetales) al ver durante su paseo gran cantidad de "plumacho" argentino, y hasta de yuca, un arbusto procedente de Sudamérica que da un fruto comestible.