Tristemente acostumbrada a los incendios forestales, ya que prácticamente se repiten cada verano, la sierra de Barbanza, enclavada entre las rías de Arousa y Muros-Noia, ha sufrido un nuevo y duro golpe. El incendio declarado en Porto do Son y extendido por montes como A Curota, que comparten municipios como el sonense, Ribeira y A Pobra do Caramiñal, ha causado estragos en la flora y la fauna.

Pero también entre las cabezas de ganado que pastan libres por estos montes, y cuya presencia se convierte en un atractivo turístico añadido para este espacio natural privilegiado con formidables vistas sobre las Rías Baixas y el Atlántico.

Aunque es pronto para hacer balances, los comuneros y/o ganaderos con conscientes de que con este incendio han perecido un buen número de vacas y caballos.

Al lo largo de la mañana de ayer resultaban más que evidentes los daños que están sufriendo los animales. Había vacas con sus crías cerca que buscaban la sombra y los abrevaderos después de huir de las zonas en llamas; aunque no todas corrieron la misma suerte. Lo mismo sucedía con las yeguas, de ahí la presencia de potros renqueantes abandonados a su suerte después de perder a sus madres.