Manuel Miguéns y su suegra Lucía Seco vieron también como el fuego se acercaba peligrosamente a su vivienda, en la zona más alta de la aldea. La noche fue "mala" para la anciana, "asustada con las llamas" y desalojada de su casa ante el riesgo que suponía para su integridad el permanecer tan cerda del foco del incendio. "Pasé miedo, fue un susto muy grande porque había fuego por un lado y por el otro. Nunca vi nada parecido". Manuel Miguéns estaba en la playa cuando le advirtieron por teléfono de la propagación del fuego iniciado en Saiar (Caldas de Reis). Cuando llegó "estaba la aldea totalmente colapsada, con bomberos. Policía, Protección Civil.... Me decían: Manolo corre, que te está ardiendo la casa" y él y su esposa subieron aldea arriba sin saber que Lucía ya había sido desalojada y, asustada, esperaba acontecimientos en cuanto a la propagación de las llamas. "Era imposible ver por el humo y faltaba mi suegra, fue un susto. La Policía ya se la había llevado y había entrado dentro de casa para cerrar bien las ventanas y las persianas. Se portaron de maravilla", agradece. El fuego se quedó a apenas seis metros de la vivienda.