La Estación Fitopatolóxica de O Areeiro se indicaba en su último boletín, publicado hace hoy una semana, que seguía siendo necesario vigilar los viñedos para evitar los avances del mildiu o el oidio, dos de las enfermedades que más a menudo atacan esta planta. Esto se debía a las elevadas temperaturas medias nocturnas, que favorecen la extensión del hongo que causa el mildiu, y a las ligeras lluvias caídas a principios de la semana pasada, propicias para el oidio.

Por ello, los técnicos del departamento dependiente de la Diputación de Pontevedra señalaban que convenía mantenerse vigilantes y realizar trabajos de deshoje, despunte o desbroce de los viñedos, para favorecer la aireación de los mismos y evitar en la medida de lo posible que se extendiesen las enfermedades.

En cuanto a la botritis, en O Areeiro no han detectado por el momento repuntes significativos. Finalmente, en lo que respecta a la polilla de los racimos, los técnicos instan a los viticultores a que sean muy cautos a la hora de aplicar tratamientos fitosanitarios. Plantean que en muchos casos estos tratamientos son innecesarios, o que aplicados incorrectamente incluso pueden ser contraproducentes, por lo que recomiendan a los cosecheros plantear a los técnicos sus dudas antes de proceder al "sulfatado".

Año complicado

Los técnicos de campo de las bodegas, que son los encargados de velar por el estado de la vid y quienes están en contacto con los viticultores vinculados a éstas para coordinar la aplicación de los tratamientos fitosanitarios reconocen que la actual campaña ha sido muy complicada debido a que llovió mucho durante la primavera. Esto, y las elevadas temperaturas nocturnas, propició por un lado que se desarrollase más el mildiu, un hongo que hizo bastante daño. Y por otro, perjudicó a la planta en la época de floración.

En Rías Baixas la uva predominante es la albariña, pero también se cultivan otras variedades blancas, como el godello, el caíño blanco, la treixadura o la loureira, que o bien se mezclan en distintas proporciones o dan vinos monovarietales. También se cultivan variedades tintas -como mencía, sousón y pedral-, aunque en un porcentaje muy inferior.