"Estos gigantes tienen más de doscientos años", presume José Antonio Sousa, quien a sus 78 cumplidos, volvió a dar vida al Papamoscas, una de las seis portentosas figuras que recorren Carril en las fiestas de Santiago Apóstol.

Hacía demasiado calor en las inmediaciones de la Praza da Liberdade porque Cortegada frenaba la brisa del mar en esa esquina donde descansaban los seis personajes que mejor conocen los niños carrilexos pues además del Papamoscas, salen en procesión El Rey, la Reina, el Negrito, Maruxa y su novio, el Enanito de las Uvas.

En esencia cinco gigantes y un cabezudo que cada año hacen las delicias de los más pequeños en toda la ciudad de Vilagarcía, pues la práctica totalidad del pueblo decidió disfrutar del domingo en este espectacular y único lugar, donde se concentra un gran número de terrazas de restaurantes y en el que la "ameixa de Carril" es el plato más solicitado. Y todas estaban llenas, a rebosar.

"Tucho" disfrutaba de la celebración. Se le veía en sus ojos pequeños pero muy vivos, de esos que lanzan una mirada a lo lejos para demostrar que el océano es demasiado pequeño.

"Toda la vida fuí marinero, de bajura y altura. Recorrí toda Europa para ganar el pan y lo de participar en las fiestas de Carril siempre fue un buen complemento económico cuando no tenía nada".

José Antonio Sousa se inició en la procesión a la edad de 14 años -nació en 1932- y lo hizo para divertirse, pero sobre todo para ganar unas pesetas.

"A mi padre la comisión de fiestas le pagaba entonces 20 pesetas además de las propinas que recibía a lo largo del camino", indica Sousa. "Tucho" asegura que las fiestas de antaño han perdido una parte de su encanto y que las tradiciones de Carril se mantienen de forma parcial. "Recuerdo que en aquellos años íbamos bailando los gigantes y cabezudos al pueblo", es decir hasta el mismo centro de Vilagarcía.

En ese tiempo, las figuras "nos parábamos en las casas de los señoritos para que nos dieran una propina, pero no dejábamos de bailar en todo el trayecto".

Ahora se limitan a mover las estatuas de cartón por el centro de la localidad. Y lo mismo ocurre con la llamada "Farsa", una de las danzas con más tradición de Galicia y que se celebra el día mismo día del Apóstol tras la misa solemne de la tarde.

El tradicional baile es el acto central de la procesión solemne que recorre las estrechas callejuelas carrilexas.