"¡Esto es otra cosa!", exclamaba una arousana mientras ayer a mediodía, tumbada en una toalla sobre la arena de A Lanzada, trataba de exprimir al máximo los rayos de un astro rey que muchos creían desaparecido pero volvió a iluminar e incluso a calentar la comarca.

Cerca de ella decenas de jóvenes practicaban surf y paddlesurf, mientras que otros estiraban los músculos y calentaban tras salir del agua o antes de entrar a ella para tratar de cabalgar las olas con ayuda de los monitores de las escuelas que operan en este emblemático arenal.

No faltaban los bañistas que se daban el primer chapuzón de la temporada, ni tampoco aquellos que, como quitándose un peso de encima después de tanto mal tiempo, simplemente se dedicaban a observar y escuchar el mar, relajados.

En el paseo que atraviesa longitudinalmente el istmo de A Lanzada el ajetreo era constante, e incluso la cantidad de coches que se agolpaban en sus zonas de aparcamiento parecía querer indicar que el verano está a la vuelta de la esquina.

Y todo eso sucedió en A Lanzada en horario matinal, repitiéndose las imágenes, e incluso aumentando considerablemente el número de usuarios, a lo largo de la tarde.

Pero no solo en A Lanzada, pues lo mismo puede decirse de las playas de A Illa y Vilagarcía, así como de otros arenales y paseos marítimos de O Salnés, al igual que sucedió en los espacios de mayor belleza natural del territorio Ullán.

Lo cierto es que después de meses de lluvia y frío los arousanos, y los visitantes que en esta época del año disfrutan de sus municipios -especialmente en O Grove- quisieron tomarse la revancha, aunque sabedores de que "esto va a pasar muy rápido y pronto volverán las lluvias y el frío", esgrimían algunos de los paseantes.

No es que las temperaturas fueran excesivas, ya que el mercurio se quedó en 17 grados en las estaciones meteorológicas de A Lanzada, Simes y Corón, pero fue más que suficiente para que los ciudadanos volvieran a pasear en familia -helado en mano-, para que los restaurantes y bares colocaran sus terrazas -y muchos las llenaran de clientes- o para que los barcos de pasaje hicieran las delicias de sus viajeros.